Comienza el juicio a Google por presunto monopolio en las búsquedas en internet, pero no es el único envite judicial, ni mucho menos, que deberá afrontar la compañía en los próximos meses y años. Efectivamente, es el más importante hasta el momento y el que puede marcar un antes y un después como sucedió, por ejemplo, con la sentencia que obligó a trocear Standard Oil, la petrolera fundada por los Rockefeller, o los negocios de la teleco AT&T. Google, por su parte, rechaza cualquier acusación y sostiene que si es el buscador más utilizado es porque lo eligen los usuarios. Claro, sólo faltaba que fuera obligatorio.

Pero, como decimos, no será el último juicio que deba afrontar Google. En junio, el mayor editor de periódicos de EEUU, junto al Senado de Canadá, demandó a la compañía por monopolio publicitario, como adelantó Hispanidad. Michael Reed, presidente y CEO de Gannett, se mostró así de contundente: “La publicidad digital es el elemento vital de la economía online. Sin una competencia libre y justa por ese espacio publicitario digital, los editores no pueden invertir en sus equipos de redacción”, afirmó.

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Otra acusación de monopolio que arrastra Google: la tienda de aplicaciones de Andriod, la Play Store. En este caso, sin embargo, el buscador llegó a un acuerdo provisional hace apenas una semana para evitar sentarse en el banquillo. En frente, millones de usuarios que alegan cobros desmesurados por parte de Google. El asunto, en cualquier caso, no está cerrado.

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En definitiva, allá donde está Google, qué curioso, hay demandas por monopolio. Luego está Europa, más cobarde, que, en lugar de acusar, juzgar y sentenciar, se dedica a dar consejos. El último: que, tras dos años de investigación y a la vista de su posición dominante, Google trocee su negocio publicitario. Pero es sólo un consejo… no se vayan a enfadar Larry Page y Serguéi Brin.

De la censura Google, principal exponente del pensamiento único del Nuevo Orden Mundial (NOM)... ya hablaremos en otra ocasión.

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