Ana Botín cierra oficinas y reducirá plantilla en Santander Reino Unido, precisamente su gran obra antes de acceder a la Presidencia. Aún más: tras suceder a su padre en la Presidencia del Santander (ya se ha cumplido una década), Ana Botín pensó en trasladar el Santander a su amada Londres y convertirlo en un banco inglés. Naturalmente, el Gobierno, entonces de derechas pero en pleno acuerdo con el PSOE, se le tiró encima, y entonces fue cuando empezó a anidar en su cabeza la idea de un doble Santander: por un lado, un banco comercial, que ante todo representa el sistema de pagos de una sociedad, hacedor de un sistema de crédito para las familias y la pymes, una banca doméstica que es la que da presencia pública y la que cumple un muy loable servicio al bien común y otra banca al por mayor o banca de fortunas, banca corporativa y banca de inversión, todo a un tiempo, de mayor margen pero mucho más especulativa y que necesita de muchas menos oficinas.
Por eso, la reducción de efectivos en el Reino Unido resulta tan significativa. Botín negó que fuera a vender Santander Reino Unido a Barclays pero lo cierto es que reduce su tamaño en la Gran Bretaña.
El crecimiento de la banca doméstica en el Santander queda relegado a la banca electrónica. Ana Botín no quiere ser el garante del servicio de pagos del país
El significado de lo decidido par los hijos de la Gran Bretaña, es significativo: la banva doméstica, tradicional, la buena banca, necesita oficinas y empleados sobre todo para la transición digital. La banca al por mayor, sea banca de gestión de ahorro o sea banca corporativa y de inversión (grandes créditos y operaciones de compra y venta y de endeudamiento vía emisiones) resulta un negocio mucho más especulativo y que necesita menos efectivos aunque mejor remunerados.
Encima, la banca de inversión suele estar ligada a prácticas poco recomendables para el buen gobierno corporativo. Por ejemplo, Europa Press acaba de dar cuenta de los beneficios obtenidos por el Santander en el paraíso fiscal de Gran Caimán, sucursal de Santander Brasil. Y el BBVA, el otro 'banco de inversión' español, hace lo mismo: aprovechar todas las esfera del negocio. El bien común se convierte en factor secundario.
En cualquier caso, la revolución Botín, que no es exclusiva del Santander, por ejemplo, el BBVA está en las mismas, consiste en dos bancos, el uno se dedica a banca comercial, por lo general en su zona de inicio, de raigambre, y el otro es banca corporativa y de inversión incluso más que gestión de activos o banca personal o privada.
En la primera parte, banca al por menor, Ana Botín, al igual que Carlos Torres, imitan a Banca March, donde la familia mallorquina lo tiene muy claro desde hace tiempo: la banca doméstica queda relegada a Baleares. En Madrid, Los March hacen banca, no de inversión, pues ellos se centran en banca privada, donde son líderes, no en cantidad pero sí en calidad, y donde también operan en la nueva banca patrimonial, donde la entidad asume riesgos, conjuntamente con el cliente. La banca patrimonial es la nueva banca industrial.
La banca de inversión no sólo aporta menos al bien común sino que, además, es compleja y está llena de trampas. En ella no gana el mejor sino el más grande. Y esas trampas no se evitan, no se solucionan, cambiando de organigrama cada seis meses
Pues bien, el Santander y el BBVA harán banca doméstica en España y a ser posible, en ningún otro lugar, de la misma forma que los March la harán en Baleares y reservarán el resto para banca privada.
Pero, ¿no se estaba expandiendo el Santander en banca industrial? Sí, es verdad, pero ojo, su expansión en Estados Unidos y México, es a través de la firma Openbank, es decir, banca electrónica, sólo apta las nueva generaciones ya nacidas digitales. Y para eso no se necesitan muchas oficinas ni mucha atención al público, se necesitan programadores.
Ahora bien, en toda revolución, el problema está en la transición que nunca es simple. Y más de una transición ha enterrado a sus líderes. En el caso del BBVA, Carlos Torres se ha metido además, en el lío de la OPA sobre el Sabadell. En el caso Santander, Botín no tiene problema con otras entidades: su mayor enemigo, ahora mismo, es ella misma, porque la transición del Grupo es hacia la banca de inversión, que no sólo aporta menos al bien común sino que, además, es compleja y está llena de trampas. En ella no gana el mejor sino el más grande. Y esas trampas no se evitan, no se solucionan, cambiando de organigrama cada seis meses.