El CEO de Repsol no se amedrenta ante los ecologistas de Greenpeace / Fotos: Pablo Moreno
En la Junta de Accionistas de Repsol, el presidente no ejecutivo, Antonio Brufau, ha dado un serio aviso a la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, pero el CEO, Josu Jon Imaz, no se ha quedado atrás y ha sido muy contundente con los ecologistas, en línea con sus palabras de la Junta de 2023. Y su advertencia ha sido muy clara: “Si dejamos de producir petróleo y gas, aumentará la dependencia de Putin… y los precios”.
En sus respuestas a varios accionistas representantes ecologistas de Greenpeace (que no han perdido la ocasión de hacer su ‘escena’, pues enfrente del Palacio Municipal de Congresos se han colgado de los mástiles de las banderas para extender una pancarta) y de una organización de supuestas finanzas éticas, Imaz ha señalado que si producen menos de estos hidrocarburos, “aumentará la dependencia geopolítica, por ejemplo, de regímenes totalitarios”, algo que no sólo incluye a Rusia, sino también a China, entre otros. En cuanto al incremento de los precios que supondría, ha destacado que “los precios altos no impactan en esta casa, sino en las familias y las industrias europeas”.
Imaz pide que “no engañen a la gente con la electrificación, porque su porcentaje dentro de la matriz de consumo de energía en España está bastante estable e incluso ha bajado del 24% al 22% entre 2017 y 2023, y ante este escenario, “los biocombustibles son la alternativa para descarbonizar ese 77% restante”
El CEO de Repsol ha ido más allá, pues ha acusado a estos ecologistas de ser “responsables de que el consumo de carbón ha aumentado por dogma e ideología e intereses de lobbys (como el eléctrico) contribuyendo al aumento de las emisiones”. Esto último Imaz considera que “no es ético e hipoteca el futuro de las siguientes generaciones”, por lo que “nuestra apuesta es seguir produciendo petróleo y gas y hacerlo de forma cada vez más sostenible”. Además, les ha pedido que “no engañen a la gente con la electrificación, porque su porcentaje dentro de la matriz de consumo de energía en España está bastante estable e incluso ha bajado del 24% al 22% entre 2017 y 2023, y ante este escenario, “los biocombustibles son la alternativa para descarbonizar ese 77% restante” del consumo de energía.
Al hilo de las finanzas éticas, Imaz ha subrayado que les están pidiendo que dejen de producir petróleo y gas, al tiempo que ellos presumen de ser “sostenibles y sociales, y son éticos, pero ¿cómo va a llenar este mundo las necesidades energéticas que tiene?”. Por ello ha insistido en defender el famoso trilema energético (sostenibilidad, seguridad de suministro y precios asequibles) “para que los jóvenes puedan tener un futuro”. También ha aludido a que “la demanda de petróleo y gas en el mundo está creciendo”, insistiendo en lo que hace unos días apuntaba el propio Brufau de que ya no en el año 2050 sino en el 2100 ambos combustibles fósiles seguirán jugando un papel importante en la matriz energética. E incluso Imaz ha recordado que “el cable que tengo aquí, la moqueta que estoy pisando, las sillas, las palas de los aerogeneradores, las placas solares... están hechas de petróleo”, además de “la carrocería de los coches eléctricos cada vez va a tener más petróleo para bajar su peso y ser más eficientes”, pero ojo, dicho petróleo “no genera emisiones porque no se quema”... generando otra ronda de aplausos ante los accionistas, al igual que cuando Brufau e Imaz han terminado sus respectivos discuros.
Imaz subrayado que los ecologistas les están pidiendo que dejen de producir petróleo y gas, al tiempo que ellos presumen de ser “sostenibles y sociales, y son éticos, pero ¿cómo va a llenar este mundo las necesidades energéticas que tiene?”
Con las preguntas de los ecologistas y relacionados con las finanzas éticas, en concreto de dos accionistas dueños de 5 acciones y de 1 acción (que encima le han cedido), Brufau no ha podido evitar intervenir. Al primero le ha dicho que con sus “5 acciones se le ve muy preocupado por la transición” y a la segunda, una joven de 25 años que defendía un “futuro renovable, descentralizado y ciudadano”, le ha respondido, entre otras cosas, que tienen respaldo “con corbata verde” (una clara alusión a Iberdrola, y más concretamente a su presidente ejecutivo, Ignacio S. Galán, que no se la quita ni para jugar al pádel).
En paralelo, Imaz ha respondido también con contundencia a dos representantes de la ONG Intermón Oxfam sobre el derrame de crudo en la refinería de La Pampilla en Perú que tuvo lugar en enero de 2022. “Repsol no fue responsable de la causa original del derrame”… y por ende, “no asume responsabilidades legales, pero actuó desde el primer momento”. De hecho, han destinado más de 300 millones de dólares (278,5 millones de euros al tipo de cambio actual) a limpieza, remediación… y también han compensado a 10.000 personas según cifras de afectados acordes al padrón del Gobierno peruano. Entre estas compensaciones, “hemos dado ayudas a los pescadores por 100.000 soles (unos 25.160 euros), cifra superior al ingreso habitual por su actividad”. Además, Imaz ha presumido del “permanente contacto con Intermon Oxfam para que elaboraran su informe”, aunque este “tiene inexactitudes”, y sigue apostando por “diálogo abierto para responder a las crisis de una mejor manera”.
Al final, todos los acuerdos propuestos han sido aprobados por los accionistas. Entre ellos, figura la mejora de la remuneración y al respecto, Imaz ha destacado que destinarán el 25-35% del flujo de caja anual a retribución al accionista a través de dividendo y de recompra de acciones (operación que ha defendido aludiendo a que aumenta el valor ante la queja de un accionista). Ante la intervención de este mismo accionista, Imaz ha referido que también le ocupa “poner el foco en que la acción de Repsol siga creciendo”, añadiendo que se ha revalorizado un 11% desde el 1 de enero, un 14,6% en el último año y un 4,6% en el último lustro. Asimismo, ha presumido de que en los últimos tres años la compañía ha generado un flujo de caja de más de 21.000 millones que le ha permitido incrementar las inversiones y destinar 5.000 millones a reducir deuda y otros 6.000 millones a los accionistas vía dividendos y recompras de acciones.