Marc Murtra, presidente de Indra
La venta de Epicom a Indra, filial de defensa de Duro Felguera, se reactivó en el mes de julio y ahora se encuentra en su recta final, según Cinco Días. A priori, no es una operación compleja, ya que el 40% de Epicom está en manos de la SEPI, que también posee el 25,2% de Indra. Al final, todo queda en casa. Además, recuerden que Duro Felguera fue rescatada en 2021 con más de 200 millones de euros, entre ayudas, refinanciaciones y avales, como adelantó Hispanidad. Duro Felguera necesita hacer caja e Indra ir creando la gran industria de defensa española. Y todo bajo el paraguas de la SEPI.
La compra de Epicom no es de las más importantes, pero sí es un pasito más en esa dirección. Ahora bien, las grandes cuestiones continúan sin resolverse… porque no hay gobierno, una situación que podría prolongarse hasta finales de año o principios de 2024 si se vuelven a convocar elecciones generales. Hablamos, por una parte, del aumento del presupuesto destinado a Defensa y, por otra, de la posible escisión en Indra entre Minsait y el área de Defensa y Transporte.
En este contexto se enmarCa, asimismo, la compra, a principios de agosto, del 9,5% de ITP Aero, por 175 millones de euros. Una adquisición insuficiente porque no le permite a Indra, ni mucho menos, controlar la compañía y, además, fue más cara de lo esperado: el precio fue un 10% más elevado que el pagado por Bain Capital a Rolls-Royce en octubre de 2022. Lo cierto es que, en contra de lo que suele suceder en el sector aéreo -cuando va bien en lo civil, va mal en lo militar- actualmente marcha bien en las dos facetas. Consecuencia: ITP vale más e Indra, principalmente el Estado, tendrá que hacer un esfuerzo mayor para controlarla.
¿Y el resto de accionistas, concretamente Amber Capital (Ourghoulian) y Sapa (familia Aperribay)? El primero, que desató la tormenta en el Consejo de Administración y provocó la salida de los rebeldes, sólo busca la manera de recuperar el dinero invertido en Prisa mientras el segundo, siendo un grupo vasco de referencia, no tiene suficiente músculo financiero para afrontar una operación de tal calibre. De momento, Sapa no ha pasado del 5% de Indra a pesar de aspirar a tener un consejero, para lo que debería contar, al menos, con el 7,7% de la compañía.
El resto de participaciones significativas están en manos de fondos cuyo interés es únicamente financiero. Es decir, si Indra quiere controlar ITP tendrá que ser a través de la Sepi y eso sucederá con un gobierno estable y que no esté en funciones.
El punto de partida, conviene recordar, fue la decisión del Gobierno Sánchez de elegir a Indra como coordinador nacional del avión de combate europeo, en lugar de Airbus, en septiembre de 2019, con Fernando Abril-Martorell todavía como presidente de la compañía. Aquella decisión supuso un duro golpe para Airbus, controlada por franceses y alemanes que no en pocas ocasiones habían marginado a España. Tanto fue el cabreo que el francés Guillaume Faury, presidente ejecutivo de Airbus, se plantó en España para chantajear al Gobierno. Por una vez, Sánchez lo hizo bien y se mantuvo firme en su decisión.
Hay mucho dinero en juego: el futuro caza de combate europeo, la joya de la corona de la Defensa europea, el FCAS, supondrá una inversión de unos 100.000 millones de euros durante los próximos veinte años. E Indra está llamada a cubrir, entre otras, una de las partes mollares del proyecto: el sistema de radar.