Según ha publicado este miércoles el INE; el PIB español creció dos décimas más de lo registrado anteriormente, en 2023, hasta el 2,7%. En esta línea, el crecimiento en 2022 fue del 6,2%, frente al 5,8% anterior, y el de 2021, del 6,7% y no del 6,4% como publicó en su día el organismo.

Al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, le ha faltado tiempo para festejar que esta revisión al alza ha permitido reducir la ratio deuda sobre PIB 2,7 puntos adicionales a final de 2023, hasta el 105%, “adelantándose un año el objetivo de reducción establecido para este año”, afirmó en un comunicado.

Y esto es bello e instructivo, primero porque el máximo marcado por Bruselas está en el 60% del PIB y, segundo, porque la revisión del INE esconde un dato todavía más significativo: el consumo público en 2023 no fue del 3,8%, sino del 5,2%. En otras palabras, el crecimiento de la economía española depende del gasto público más de lo que sospechábamos, y no es crecimiento por el aumento de la actividad económica productiva.

En definitiva, la economía española ya ha superado los niveles prepandemia, pero hay truco, porque está dopada gracias al dinero público que recauda el Gobierno con los impuestos. Esos sí que han aumentado. Muchísimo.

En cualquier caso, el PIB crece, sí, pero en materia de PIB per capita seguimos manteniendo la misma distancia con la media europea, algo parecido a lo que ocurre con el desempleo: el Gobierno presume de que firmamos más contratos quie que nadie... pues será que también destruimos más contratos que nadie porque España es el país que sufre más paro de los 28 que componen la Unión Europea y de los 38 países miembros de la OCDE. 

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