Intel pinchó al cierre de 2022... con pérdidas en el cuarto trimestre, y ha tenido las mayores de su historia en el primer trimestre de este año
Intel ha pinchado en resultados en 2022, año que cerró con menor escasez mundial de chips para alegría de los muchos que los utilizan para fabricar sus productos (entre ellos, el sector del automóvil, que pudo tener una leve alegría en fabricación en España). Y es que Intel ha visto desplomarse un 60% su beneficio neto anual por las pérdidas del cuarto trimestre, al tiempo que su margen operativo y sus ingresos han bajado por las menores ventas de ordenadores tras el fin de la fuerte demanda que provocó el Covid.
El fabricante estadounidense de chips y equipamiento electrónico ha visto caer su cotización un 7% en las operaciones electrónicas posteriores al cierre de mercado del pasado jueves 26 tras conocer las cifras y ya acumula una depreciación del 37% en el último año. Eso sí, este viernes, la acción ha empezado con una ligera subida del 1,3% en las operaciones pre-mercado, y acumula una revalorización del 12,6% desde el pasado 1 de enero. Una primera reacción negativa del mercado -y por tanto, de los inversores-, a pesar de que Intel había avanzado que tendría resultados anuales peores de lo esperado el pasado octubre y aprovechó para anunciar un plan de reducción de costes y mejora de la eficiencia por unos 9.188 millones de euros que ejecutará durante tres años.
De hecho, este plan supondrá una “transformación estratégica” y ha sido el culpable de las pérdidas que la multinacional con sede en Santa Clara (California, EEUU) ha registrado en el cuarto trimestre de 2022 (-610 millones, frente a los 4.248 millones que ganó en el mismo periodo de 2021). Y ojo, porque también prevé tener números rojos en el primer trimestre de este año. Unas pérdidas entre octubre y diciembre que han sido una de las causas de que Intel viera desplomarse su beneficio neto anual un 60%, a 7.359 millones de euros. Asimismo, el margen operativo ha bajado un 20,9%, pasando del 24,6% al 3,7%.
Por su parte, la facturación anual de la multinacional que dirige Pat Gelsinger ha bajado un 20%, a 57.936 millones y la mayor parte procede de su división de computación para clientes (29.127 millones, un 23% menos), que ahora sufre las menores ventas de computadoras porque ya no hay la fuerte demanda que se vivió durante la pandemia. Le sigue su centro de datos e inteligencia artificial, con 17.642 millones (-15%); y después los ingresos crecientes del negocio de automóviles autónomos Mobileye (1.746 millones, un 35% más), servicios de fundición (822 millones, un 14% más) y sistemas de computación acelerados y gráficos (769 millones, un 8% más).
Intel quiere recuperar el liderazgo mundial, que le quitó la surcoreana Samsung en 2021 y ha tenido un peor balance en 2022 que el taiwanés TSMC, que es líder mundial en microchips. Y para lo primero, el pasado agosto firmó un milmillonario acuerdo con el fondo de inversión canadiense Brookfield para invertir unos 27.565 en el impulso de la fabricación de semiconductores en EEUU y competir con los países asiáticos. Conviene tener en cuenta que Intel empezó bien el año 2022, aunque preveía descensos por la débil demanda de ordenadores y por China (debido al resurgimiento del Covid que hubo hace unos meses), y así se ha visto ahora al conocerse los resultados. Además, según los últimos datos de pronósticos de ventas de chips, correspondientes al tercer trimestre de 2022, Intel tiene grandes rivales y se situaría en el tercer puesto en ventas, tras TSMC y Samsung. Y hay que tener en cuenta que la previsión es que el mercado mundial de los semiconductores descenderá un 5,3% este año por la caída de las memorias y el adiós a la escasez, según la consultora IDC.