En más de una ocasión hemos referido en Hispanidad que la gran apuesta por la energía verde del PSOE nos ha salido carísima a los españoles... y seguirá siendo así. Y es que esto no ha provocado que se dejara de lado o que hubiera más sentido común, sino todo lo contrario: ahora, con Teresa Ribera llevando las riendas de la materia, los objetivos verdes son aún más ambiciosos. Eso sí, al menos, hace unos mes, la vicepresidenta ecológica tuvo la decisión acertada de seguir los pasos de Italia y Polonia, iniciando la salida del Tratado sobre la Carta de la Energía (TCE), y ahora suma el apoyo de toda la Unión Europea, según avanza Libre Mercado.

Es decir, los 27 Estados Miembros dejarán este Tratado que sienta las bases para que las inversiones energéticas se hagan con seguridad jurídica. Es más, se trata de un acuerdo internacional que fue firmado por varios países en 1994 y que exige un tratamiento justo y equitativo a todos los inversores en un Estado firmante. Claro que el abandono del TCE no es inmediato: supone un proceso que dura entre 10 y 20 años, en los que se siguen aplicando sus condiciones...

Claro que el abandono del TCE no es inmediato: supone un proceso que dura entre 10 y 20 años, en los que se siguen aplicando sus condiciones...

El abandono del TCE por parte de toda la UE, como quería Ribera (y respalda Francia y Bélgica), se conoce cuando acaba de empezar la presidencia española de la UE y se puede ver como un cierto apoyo a nuestro país. Y no hay que olvidar que en dicho Tratado se apoyaban muchas de las demandas (más de 50, en concreto) que los fondos de inversión interpusieron contra España por el recorte de las primas a las renovables.

Un pequeño inciso. Recuerden que fue el socialista José Luis Rodríguez Zapatero quien dio unas generosísimas primas a las renovables garantizando a los inversores una rentabilidad del 22% a 50 años. Un desastre del que se dio cuenta el socialista Miguel Sebastián cuando estaba al frente del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, y por eso empezó a recortar dichas primas en el año 2010; una tarea en la que profundizó su sucesor, el pepero José Manuel Soria, en 2013, bajando la rentabilidad que se garantizaba a los inversores de energías verdes al 7,398%. Los recortes a dichas primas provocaron la llegada de reclamaciones milmillonarias de fondos y compañías en laudos internacionales contra España. Y por cierto, el sistema de este tipo de laudos merece un artículo próximo porque es una justicia privada que se inventaron los anglosajones en la que no hay juez sino sólo abogados. 

Hay enfrentamiento entre Calviño y Ribera: la primera ha abierto la puerta a que el Estado pague los laudos de las renovables, algo a lo que Ribera se niega, mientras los fondos de inversión exigen cobrar, sí o sí

España tiene ya más de 50 demandas internacionales, de las que 22 se han resuelto en contra y nuestro país, por ahora, no las acata. Esto último ha generado enfrentamiento dentro del seno del Gobierno Sánchez, en concreto entre Nadia Calviño y Teresa Ribera: la primera ha abierto la puerta a que el Estado pague los laudos de las renovables, algo a lo que Ribera se niega, mientras los fondos de inversión insisten en que quieren cobrar sí o sí. Además, la idea de Calviño llegó después de que se conociera que España supera a Venezuela al convertirse en el país con más laudos internacionales impagados, estos últimos superan los 1.160 millones de euros y ya ha habido amenazas de embargos en varios países (Reino Unido y Australia, entre ellos).

Claro que las generosísimas primas a las renovables que dio Zapatero no sólo han provocado demandas y laudos, también tuvieron otra consecuencia que aún seguimos pagando. Y es que dispararon el déficit de tarifa hasta casi 30.000 millones de euros (el cual cerró 2020 en 14.294 millones y se prevé que acabaremos de pagarlo en 2028, y terminó 2021 en 12.182 millones) y lo estamos pagando todos los españoles, y encima, al tratarse de una deuda financiera... también tenemos que abonar los intereses. ¡Olé! Y mientras Zapatero disfruta de su pensión vitalicia como expresidente, de sus viajes a Venezuela y de apoyar a Sánchez ante el 23-J.