Carlos Torres, presidente del BBVA
Toda la banca española ha demostrado que sabe transitar, tanto en época de tipos cero como con el precio del dinero rozando el 5%, pero tiene ahora que afrontar la mejora del servicio bancario, que se ha devaluado mucho en los últimos 10 años, por mor de la reducción de plantillas y la no implantación de la banca digital, como se preveía, en un lustro: necesitará varios lustros, por lo menos.
BBVA no es el peor de los grandes bancos españoles. Es más, el mercado no le hecho sufrir en exceso por el caso Villarejo. Ahora, más allá del caso Villarejo, que ciertamente podría haber resultado definitivo, lo cierto es que el BBVA de Carlos Torres afronta el panorama más incierto de todos los bancos.
Viendo los cuadros adjuntos, queda claro que, más allá de Villarejo, el BBVA, y con él, Carlos Torres, depende de México. Y México no es un problema económico pero sí político, tras la permanencia en el poder del revolucionario partido Morena, del desequilibrado Andrés Manuel López Obrador a quien ahora sustituye una peligrosa Claudia Sheinbaum, quien tomará posesión el próximo 1 de octubre.
Por eso, Carlos Torres está obligado a salvar BBVA-España, que no funciona; por eso, también, debe absorber al Sabadell, cuyo negocio en España es mucho más firme y rentable que el del BBVA, al menos en banca doméstica y de pymes.
Al mismo tiempo, la operación sobre Sabadell se ha paralizado por dos razones: la sorprendente inacción de Pep Oliu en el banco catalán y la necesidad imperiosa de Carlos Torres para triunfar en la OPA sobre el Sabadell si quiere mantenerse en el cargo.
Ahora bien, el reto más importante que ahora mismo tiene delante Carlos Torres se llama su ultra-dependencia de México. De Turquía no digo nada porque es mucho más inestable que México y de allí pueden llegar tantos éxitos fugaces de cotización como desgracias de balance, que son mucho más graves.
Pero que más de la mitad del beneficio del BBVA procede de una país tan inestable como México, un Estado fallido en su principal cometido, que es la defensa y seguridad de sus habitantes, un país dirigido por un partido que supone la negación misma de su identidad católica y española, y por último, un país convertido en una colonia norteamericana, pero lo preocupante es su economía, atraedora de inversiones, pero que no deja de ser un espejismo de cara al futuro, bueno, algo como para echarse a temblar.
En resumen, más allá de Villarejo. El BBVA, y con él, Carlos Torres, depende de México. Si no culmina la absorción de Sabadell, dimitir. Y este calendario no ayuda: