Decíamos que hay una crisis de oferta en muchos ámbitos, por ejemplo, en el sector aéreo, donde sobra demanda y faltan aviones. Y ahora llega una nueva muestra de la misma, porque el fabricante de motores para aviones británico Rolls-Royce acaba de anunciar que despedirá a entre 2.000 y 2.500 empleados, lo que supone 4,7%-6% de su plantilla total (la cual asciende a 42.000 personas; destacando que casi la mitad trabajan en Reino Unido, 11.000 en Alemania y unos 5.500 en EEUU).

El ajuste de plantilla refleja el intento de Rolls-Royce por buscar eficiencia de costes con una organización más sencilla y ágil centrada en áreas clave, con el objetivo de mejorar el servicio al cliente y reducir los retrasos en la cadena de suministro. Esto último no es baladí, ya que entre sus clientes se encuentran los dos grandes fabricantes aeronáuticos mundiales: Boeing y Airbus.

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Se unirá en un solo equipo el área de Ingeniería, Tecnología y Seguridad, y en otro las funciones de Finanzas, Asesoría General y Personal. Además, se creará una nueva organización de gestión de proveedores y adquisiciones. “Estamos construyendo un Rolls-Royce preparado para el futuro”, ha señalado el CEO, Tufan Erginbilgic. Es decir, “una organización más racionalizada y eficiente que cumpla con nuestros clientes, socios y accionistas”, ha añadido. Y todo ello, al mismo tiempo que despega en resultados (ganó cinco veces más hasta junio) y en bolsa (la acción se ha revalorizado un 200% en el último año y un 117% desde el pasado 1 de enero).