Un gobierno, dos trileras / Fotos: Pablo Moreno
Lo que ocurrió ayer miércoles en el Congreso parece muy complicado pero es muy simple: el gobierno mezcló, en una sola norma, en un solo paquete, la subida de las pensiones, el fin del descuento en el transporte público y el regalo de un palacete al PNV.
De esta forma forzó al PP, a Vox y hasta a los indepes de Junts a votar en contra de la norma y a paralizar nada menos que la subida de las pensiones.
Al mismo tiempo el gobierno daba por finalizada la etapa de los descuentos en transporte público, sin duda su medida más visible tras la crisis de la epidemia Covid.
De esta forma, los ministros más cínicos del Gabinete, Félix Bolaños y Óscar Puente, intentaron darles el títular de los periodistas y con algunos lo consiguieron: "El PP impide que suban las pensiones". Además, mucho critican a los indepes catalanes pero luego votan con Junts.
Bolaños, a los pensionistas: “Cuando en febrero vean que su pensión ha bajado, que se acuerden que ha sido el PP en compañía de otros” pic.twitter.com/flbU0E7m48
— Wall Street Wolverine (@wallstwolverine) January 22, 2025
Hasta la centrífuga portavoz de Puigdemont en el Parlamento, Miriam Nogueras, les tuvo que aclarar a los socialistas que, si presentaban la subida de las pensiones en norma aparte, no ligada a otras disposiciones que no tenían nada que ver, también ellos podrían votar favor de la subida de las pensiones. Es igual, si hay algo que no preocupa a gente como el Bolás o don Óscar es la verdad, sólo les inquietan las apariencias. En el Gobierno hay muchos personajes que viven bajo el principio pilatiano del "¿La verdad? ¿Qué es la verdad?".
Veamos: nadie está en contra de la subida de las pensiones, aunque los menos demagogos se preguntan cómo vamos a pagar una nómina de la pensiones creciente e impagable, que se está abonando con cargo a unos impuestos crecientes y castrantes y a una deuda pública que, desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa, actúa como un mataleón asfixiante sobre los españoles.
Tampoco subió el salario de la sopa boba, es decir, el ingreso mínimo vital (IMV) que, efectivamente, no debe subir, sino desaparecer o transformarse. El que cobre algo de los demás debe trabajar, hacer algún servicio par los demás.
Respecto al transporte público: puede volverse gratuito, incluso, pero siempre habrá que explicarle al ciudadano cuánto le cuesta vía impuestos. Personalmente, siempre ha pensado que lo mejor es que cada servicio se pague por su coste real. A partir de ahí, que el Estado se encargue de las infraestructuras y la iniciativa privada compita en las sobreestructuras.
En cualquier caso, ayer quedó reflejado, una vez más, la engañifa en que se ha convertido el Sanchismo.
En paralelo a lo que ocurría el miércoles 22 en el hemiciclo, la ministra Yolanda Díaz, se empeñaba en subir otro 4,4% el salario mínimo interprofesional (SMI) ¿Y esto es malo? No, es bueno, porque los salarios en España son bajos, pero sí resulta otra estafa de la izquierda progre que nos gobierna.
Porque en paralelo al SMI suben la cotizaciones sociales que paga el empleador por el SMI. Es decir, que Yolandísima no sólo sube el precio del dinero, se sube su propio 'sueldo', en forma de impuestos-cotizaciones sociales.
Insisto: ¿no sería más lógico que el salario mínimo no pagará ni un euro en cuotas sociales? ¿Cree usted que alguien que cobra poco más de 1.000 euros netos al mes por 40 horas de trabajo debe ser contratado por alguien, el empleador, al que se le obliga a pagar entre 300 y 450 euros más a la Seguridad Social de doña Elma Saiz? ¿No sentirá tentaciones el empleador de refugiarse en la economía sumergida aunque se gaste lo mismo pagando un extra a su empleado portero de finca o camarero o a su empleada del hogar? ¿No sería mejor que el receptor del SMI se meta más dinero en el bolsillo para llegar a fin de mes? Pero de todo esto doña Yolanda Díaz y doña Elma Saiz, ni mu: presumen de subir el salario mínimo pero ocultan con esa subida, y en igual proporción, suben la cuota sociales: que se fastidie la clase media que ellas ya son clase alta y bien alta.