Como buena francesa, Lagarde nos oculta la verdad
El Banco Central Europeo (BCE) se ha vuelto loco pero no mucho más que todos los monetaristas del mundo, aquellos de los que puede repetirse la vieja ley de Murphy: si algo puede ir mal, irá mal con la apostilla siguiente: y un monetarista lo estropeará.
También recuerda la admonición de las amas de casa: no quieres caldo, toma dos tazas.
Ejemplo, Europa, Reino Unido, Estados Unidos, llevan cinco años con tipos de interés negativos o casi negativos. Se trata de estimular la economía emitiendo dinero. En lugar de fabricar bienes fabricamos dinero, a ser posible en un ordenador. Esto es como proporcionarle vino a un alcohólico y, sobre todo, supone un proceso permanente de devaluación de toda la economía mundial, según la más antigua de las leyes económicas, jamás cuestionada: la ley de la oferta y la demanda.
Además, fabricar dinero sin medida tiene otro efecto pernicioso: estimula a los gobernantes irresponsables y demagogos, aquellos que todos lo solucionan emitiendo deuda pública y asegurando que, como pagan muy poco por ella y se la compran muy bien los inversores, que no tiene donde elegir… pues sacan la manguera y empapelan con deuda pública los cinco continentes.
Lo de Christine Lagarde parece una broma: si no logro que la economía crezca anuló el límite de inflación… y continuo produciendo dinero
¿Les suena lo de políticos irresponsables? ¿Qué es lo único que se le ha ocurrido al Gobierno Sánchez para luchar contra la epidemia Covid? Pues emitir deuda pública, que ha pasado de poco más del 100 por 100 del PIB al 125%.
En Estados Unidos, que aún no están tan locos como Christine Lagarde, las Actas de la Reserva Federal hablan de la posibilidad de un cambio hacia precios ‘normales’ del dinero y, por tanto, con un volumen de emisión razonable, pero no nos dicen ni de cuándo ni de cuánto estamos hablando.
En cualquier caso, que el BCE nacido para controlar la inflación asegure, 20 años después, que permitirá sobrepasar el 2% sin mover el precio del dinero ni la finalidad del mismo, sólo significa que los monetaristas salieron del manicomio y están regresando a él. Olvidaron que el fin de la economía es fabricar bienes y productos que se compran y se venden con dinero, no fabricar dinero.
Mientras, la FED apela a un posible futuro cambio en la política del dinero fácil, pero ni fecha ni concreta. Ya nadie le cree
En resumen, la producción continuada de dinero está devaluando toda la economía mundial y este es un vector mucho más relevante que la pandemia o que las crisis financieras periódicas, producto de la especulación.
En agosto, se cumplen 50 años del discurso de Nixon en el que, temeroso de la reacción de cualquiera que estuviera dotado con un adarme de sentido común, explicó que desligar la producción de dinero de las reservas de oro, patrón de referencia, era una necesidad pero que sería temporal. Sólo que la temporalidad ha durado medio siglo. Es el momento de cerrar la etapa de locura monetarista y que el dinero vuelva a ser un medio de pago y no un fin en sí mismo.
De paso, así empezaremos a comprender por qué las cosas van siempre mal, porque la economía languidece de continuo. Al menos, desde hace 50 años. Y con la guinda final de la explosión monetaria que nos lleva la ruina: las criptomonedas. Como los Estados no fabricaban suficiente dinero, ahora lo fabricarán también los particulares y, por qué no, hasta las máquinas. ¡Estupendo!