Cuando has perdido hasta la camisa (596 millones en 2020), cualquier mejoría sabe a gloria. Es lo que le sucedió a Meliá en 2021, que logró reducir las pérdidas un 68%, hasta los 193 millones de euros, con una mejora del negocio del 70,8%, hasta los 902,4 millones de euros. Ahora bien, la mejoría no fue suficiente para alcanzar los 1.789 millones ingresados en 2019, antes de la pandemia.

La recuperación económica está siendo lenta y más todavía la del turismo. El vicepresidente ejecutivo y Ceo de Meliá, Gabriel Escarrer es, sin embargo, optimista y confía en que la actividad se reactive a partir de este mes de marzo. Ni siquiera la guerra en Ucrania empaña su visión de futuro. “Aunque cualquier valoración en estos momentos sería prematura, dado el reducido peso del mercado emisor ruso y ucraniano para nuestros hoteles y destinos, confiamos en que la crisis bélica en la zona tendrá un impacto limitado”, afirmó.

Sea como fuere, lo cierto es que el parón decretado con motivo de la pandemia provocó que Meliá aumentara su deuda en 30,7 millones y cerrara el ejercicio con una deuda neta financiera de 1.286 millones de euros, que serían más si no fuera por la venta de activos, que en la segunda mitad del año alcanzó los 170 millones de euros. Una venta de activos que continuará en los próximos meses con el objetivo de seguir reduciendo deuda.

Los inversores acogieron bien los resultados de la compañía y la cotización de Meliá sube algo más del 0,6% al mediodía de este martes, con un Ibex claramente en rojo (-1,6%).