Sólo restan dos días para que finalice uno de los meses más negros en la historia reciente de Google, lo que se puede entender, por contraposición, como uno de los mejores meses para el resto de la humanidad. Al grano: el mayor editor de periódicos de EEUU, Gannett, editor entre otros de USA Today, demandó a Google por monopolio publicitario en internet.

Según Michael Reed, presidente y CEO de Gannett, el buscador ha “monopolizado el comercio de mercado para su ventaja y a expensas de los editores, lectores y todos los demás”, afirmó. El abuso de poder de Google es un asunto muy serio que ahora, parece, se intenta corregir. “La publicidad digital es el elemento vital de la economía online. Sin una competencia libre y justa por es espacio publicitario digital, los editores no pueden invertir en sus equipos de redacción”, sentenció Reed.

La respuesta de Google no se hizo esperar y llegó de la mano de su vicepresidente, Dan Taylor, que desmintió a Gannett y aseguró que los editores que utilizan las herramientas de Google se quedan con la mayoría de los ingresos publicitarios.

Como hemos explicado en numerosas ocasiones en Hispanidad, Google es parásito (coge las noticias de la prensa si pagar por ellas), ladrón (se queda con la publicidad) y censor (relega a la página 20 de las búsquedas los contenidos que no se ajustan a sus criterios, que son los del Nuevo Orden Mundial (NOM). La demanda de Gannett es, pues, un rayo de esperanza para poner fin a su abuso global online.

Relacionado

Junto a la demanda en EEUU, el Senado de Canadá aprobó un proyecto de ley para obligar a Google -y a Facebook- a pagar a los medios de comunicación por incluir sus artículos en sus servicios. Jenn Crider, portavoz del buscador, respondió en estos términos: “En todo momento hemos propuesto soluciones sensatas y pragmáticas que habrían mejorado el proyecto de ley y nos habrían despejado el camino para aumentar nuestras ya importantes inversiones en el ecosistema informativo canadiense”. ¿Lo ven? Ni una pizca de autocrítica y mucha prepotencia. La culpa es del Senado.

Menos dialogante se mostró Facebook, que directamente bloqueó el acceso de ciertos usuarios a algunas noticias, lo que el presidente del país, Justin Trudeau, calificó de “grave error”. Sí, hasta el progre Trudeau puede tener fogonazos de lucidez de vez en cuando y criticar los abusos de Google y Facebook. Todavía hay esperanza.

Mientras, los editores españoles se han plegado a Google por unas cantidades miserables que sólo paga a unos pocos. A cambio, el buscador de Larry Page y Serguei Brin maneja las informaciones de esos medios como si fueran suyas y en su propio provecho pecuniario. Y encima, censura lo que no le gusta como buen servidor del NOM y su pensamiento único progresista. Siempre en la seguridad de que, como denuncia Cristina Martín Jiménez en su libro Los dueños del planeta, lo que no está en Google no existe.