En las quinielas sonaba Javier Mutuberria, director general de Orona, que creció con Aldecoa. Finalmente fue Iñigo Ucín el elegido
La separación de Orona y Ulma del grupo Mondragón puede ser el comienzo de la historia que pone fin a la mayor cooperativa del mundo. Iniciada por el sacerdote Jose María Arizmendiarrieta que llegó en 1941 a la localidad guipuzcoana de Mondragón, y que en 1955 seleccionó a cinco jóvenes que se asociaron y constituyeron la empresa Talleres Ulgor, se transformaba con el tiempo en Fagor Electrodomésticos, el comienzo de la actual Corporación Mondragón.
Ahora Orona y Ulma anuncian que se van. Así lo votaron el 80,5% de los socios de Ulma y el 70% de los de Orona. Consideran que aportan más de lo que reciben porque la burocracia y rigidez de la cooperativa les resta autonomía y agilidad de actuación. Esto sumado a grietas del pasado han terminado con Orona y Ulma fuera de Mondragón. Cuando Fagor quebró, por el modelo de coorporativismo, el resto de empresas fueron las que la rescataron, tirando del fondo de apoyo solidario intercooperativo. Este fondo solidario se nutre por dos vías, el fondo solidario al que cada cooperativa dedica el 4% de sus beneficios, y el fondo para el crecimiento y la diversificación a la que las empresas dedican el 7% de sus resultados. Cuando ocurrió este rescate, Orona y Ulma ya fueron muy críticas con la decisión de la matriz de ayudar a Fagor.
Además, hay que remontarse al 2011, cuando se buscaba sustituto para el entonces presidente de Mondragón, José María Aldecoa. En las quinielas sonaba Javier Mutuberria, director general de Orona, que creció con Aldecoa. Finalmente fue Iñigo Ucín el elegido. La relación entre Ucín y Mutuberria no es buena, una lucha de egos que ha terminado con Mondragón herida de muerte.
Tambien en duda el futuro de Mondragón: esta salida abre el camino a que otras empresas hagan lo mismo, es más, ya en 2008 el fabricante de autobuses Irizar y la sociedad especializada en válvulas industriales Ampo, abandonaron Mondragón
La salida no es baladí, ambas son líderes en los sectores que operan, suponen cerca del 30% del beneficio de Mondragón y el 15% de las ventas. En concreto, Orona es el quinto grupo europeo en ascensores, presente en más de 100 países: en 2021 su facturación fue de 832 millones de euros, con un beneficio de 84 millones de euros, en plantilla tiene a 5.507 trabajadores, de los que 1.750 son socios cooperativistas. Por su parte, la constructora Ulma agrupa nueva cooperativas y da trabajo a 5.500 personas, de las cuales 2.789 son socios de la cooperativa: su facturación en el 2021 fue de 911 millones de euros y sus beneficios fueron de 66 millones de euros, por lo que se puede decir que Mondragón pierde a dos de sus buques insignia.
Queda por saber las condiciones de la salida, y es que ambas empresas proponen un modelo de "cooperativa convenida", que supondría que dejan de formar parte de Mondragón, por lo que no aportarían dinero a los fondos de solidaridad ni estarían sujetos a las decisiones de la matriz, pero se establecerían convenios anuales en los que fijarían los compromisos y colaboraciones entre las dos partes. Por otro lado, las dos sociedades proponen seguir colaborando con las entidades periféricas de la cooperatica, como Caja Laboral, el centro tecnológico, la aseguradora Lagun Aro y la Universidad Mondragón.
Tambien en duda el futuro de Mondragón, esta salida abre el camino a que otras empresas hagan lo mismo: es más, ya en 2008 el fabricante de autobuses Irizar y la sociedad especializada en válvulas industriales Ampo, abandonaron Mondragón. En el centro de la cuestión la cada vez más difícil financiación de la cooperativa, que parece condenada a caer en manos de un fondo e ir perdiendo cada vez más capital en propiedad de los cooperativistas.