Siglo XIX. Mr. Micawber el genial personaje de la genial David Copperfield, obra del genial Charles Dickens, pronuncia la siguiente sentencia: “Con un ingreso anual de veinte libras y un gasto anual de diecinueve libras, el resultado es la felicidad. Con un ingreso anual de veinte libras y un gasto anual de veintiún libras, el resultado es la miseria” y, con ella, la infelicidad.

El secreto de la vida no lo sé, pero estoy seguro que el secreto de la economía es la deuda. Y la verdad sobre lo que ocurre hoy es muy sencilla: jamás, en toda la historia de la humanidad, al menos desde que existen la estadísticas, jamás la humanidad vivió tan endeudada como hoy, en el siglo XXI, en 2021. 

La deuda privada conduce a la miseria del deudor y del acreedor pero la deuda pública es desgracia para todos y nadie paga por ello

Lo comentaba el economista Nouriel Roubini, día atrás, en el diario Expansión: "la deuda de los sectores públicos y privados al final del siglo XX era del 200% del PIB, en 2021 había subido hasta el 350% en las economías avanzadas, las más endeudadas, se sitúa ahora mismo en el 420%". Es precisamente este porcentaje la cifra de deuda de los Estados Unidos, primera potencia mundial. 

Vivimos apalancados, en manos de nuestros deudores. No me extraña que la mayor especulación de Wall Street, que dicen inventó el fondo Apollo, consiste ahora, no en comprar a precio de ganga acciones de empresas sino la deuda de esas empresas.

En toda Constitución deberían marcarse unos límites al endeudamiento. Forcemos a los políticos a pagar la deuda pública reduciendo gasto, no aumentando impuestos ni con el dinero regalado por el BCE

Pues eso: la humanidad jamás vivió tan endeudada como en el siglo XXI.

En toda Constitución deberían marcarse unos límites al endeudamiento. Forcemos a los políticos a pagar la deuda pública reduciendo gastos, no aumentando impuestos ni regalando el dinero, como ha ocurrido desde 2016, con unos tipos próximos al 0% o en negativo, lo que ha producido dos factores:

1.La devaluación de toda la economía mundial.

2.La emisión de deuda pública con la que financiar el voto cautivo. Es decir, la perversión de la democracia. Nuestro Pedro Sánchez se ha convertido en un maestro de esta práctica. Desde que él está en Moncloa, la deuda pública española ha crecido en 300.000 millones de euros, ¿Quién va a pagar ese capital con sus intereses? Nosotros y nuestros hijos. 

¿Alguien ha caído en la cuenta de que las grandes compañías no invierten sino que se endeudan? Una de dos: o les obligamos a trabajar como las familias y las pymes... o las destruimos

La deuda privada conduce a la miseria del deudor y del acreedor pero la deuda pública es desgracia para todos y nadie paga por ello. Es decir, es más grave y más injusta, es la piedra de toque de político irresponsable.

En toda Constitución deberían marcarse unos límites al endeudamiento. Y por cierto, forcemos a los políticos a pagar la deuda pública reduciendo gastos, no aumentando impuestos ni con el dinero regalado por el BCE. 

¿Alguien ha caído en la cuenta de que las grandes compañías no invierten sino que se endeudan? Una de dos: o les obligamos a trabajar como las familias y las pymes, con fondos propios... o habrá que destruirlas. Sí, hablo en serio: destruirlas. 

Porque no lo duden, la crisis que ya está aquí es crisis de deuda... y no ha hecho más que empezar.

Recuerden a Mr. Micawber.