Los bancos tienen mala prensa. Es injusto, pero es
Salen todos lo que son, pero no son todos los que salen. Los ERE de la banca reciben miles de adhesiones voluntarias más de las previstas, lo que tiene una doble lectura. Por un lado, que hay muchos empleados que ya no quieren trabajar en el sector y, por otro, la creciente desmoralización de las plantillas.
El del Sabadell es el ejemplo más reciente, pero no será, ni mucho menos, el último. La entidad que dirige César González-Bueno ha recibido 2.100 adhesiones al ERE, un 52% más de las 1.380 previstas, aunque el acuerdo con los sindicatos ampliaba el cupo hasta un máximo de 1.605 salidas.
Hablamos de miles de trabajadores que permanecen en su puesto de trabajo pero que, en realidad, preferirían estar en otra parte. Si sumamos los últimos ERE de BBVA, Caixabank y Sabadell, la cifra asciende a 15.562 adhesiones voluntarias para un total de 10.767 salidas ofrecidas, casi 4.800 peticiones más de las previstas.
El caso más llamativo fue, sin duda, el del BBVA: 5.216 adhesiones frente a 2.935 salidas previstas, un ‘desajuste’ del 80% que implica que el banco que dirige Onur Genç tiene una parte de la plantilla en riesgo serio de desmotivación. ¿Cómo ilusionar a los casi 2.300 empleados que se querían marchar y no han podido? Porque, como afirmó el CEO de la entidad en la presentación de resultados hasta septiembre, “nuestro trabajo es asegurarnos de que nosotros, como familia, trabajemos todos juntos”. Pues eso.