Jordi, Joan y Josep Roca Fontané controlan un imperio familiar de gastronomía y restauración que persigue la vuelta a beneficios, tras el Covid
¿Pasó la época de la alta cocina y de tanta sofisticación en las comidas? Esa es la primera pregunta que surge al descubrir que los hermanos Roca tuvieron pérdidas en 2021 por segundo año consecutivo, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil. Pero la razón no es que les vaya mal el negocio, sino que han decidido prepararse ante la elevada inflación: no lograron beneficios por disparar provisiones, pasando de unas de 2,5 millones de euros a unas de 4 millones, casi el doble. Parece que estos catalanes no se creen las trolas de Sánchez y Calviño ni su exacerbado optimismo respecto al IPC español y al crecimiento de nuestro PIB.
Los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca Fontané, cocinero, sumiller y pastelero, respectivamente, son las caras más visibles y los que controlan a partes iguales un imperio familiar que agrupa: varios restaurantes (el primigenio Can Roca; El Celler de Can Roca, un tres estrellas Michelin y elegido el mejor del mundo en 2013 y 2015; y Mas Marroch), el hotel Casa Cacao; una tienda de chocolates, varias heladerías, libros y perfumes. Todos estos negocios están bajo el paraguas de la sociedad familiar Jorofon SL, que cerró 2021 en pérdidas, aunque muy inferiores a las del anterior, que además fue el primero de su historia en negativo. En concreto, los números rojos de 2021 se situaron en 191.000 euros, frente a los 1,14 millones del año precedente, cuando el Covid les obligó a cerrar todos los establecimientos. Y como ya se ha comentado, no ha vuelto a beneficios por el fuerte incremento de las provisiones ante la elevada inflación... pese a que ya no tiene deuda bancaria y posee una caja de 318.000 euros. Los hermanos catalanes parece que prefieren hacer caso del sabio refrán de más vale prevenir que curar.
A la vista de estas cifras y pese a prepararse ante la elevada inflación, parece que el imperio de estos tres hermanos catalanes está muy lejos de lo que le pasó a Ferrán Adrià y a su famoso restaurante, El Bulli. Este último no fue rentable, pues perdía “medio millón de euros al año”, y cerró en 2011 para convertirse en una especie de laboratorio gastronómico
Por su parte, los ingresos en 2021 han ascendido a 12,21 millones, superando en un 1,5% los preCovid de 2019. Esta cifra supone una recuperación de las ventas, teniendo en cuenta que en 2020, se desplomaron un 40%, a 7,43 millones. Además, también se ha disparado el gasto en personal, alcanzando casi 5 millones, lo que supone un 44% más que en 2020, aunque los hermanos Roca sólo se han repartido un sueldo de 387.000 euros como consejeros y no han cobrado dividendos por segundo año consecutivo.
A la vista de estas cifras y pese a prepararse ante la elevada inflación, parece que el imperio de estos tres hermanos catalanes está muy lejos de vivir lo que le pasó a Ferrán Adrià y a su famoso restaurante, El Bulli. Este último, según el propio Adrià reconoció en 2010, no fue rentable, pues perdía “medio millón de euros al año” y eso sucedía “desde hace 15 años”. Al final, El Bulli, con tres estrellas Michelin y elegido como el mejor restaurante del mundo en cinco años distintos, acabó cerrando sus puertas el 30 de julio de 2011, para dedicarse a otros menesteres: convertirse en una especie de laboratorio, más concretamente, en un centro de investigación e innovación gastronómica.