Galp, bajo las riendas de Filipe Silva desde el pasado 1 de enero, logra aumentar el beneficio neto semestral
Decíamos que las petroleras se han movido al alza en 2022 gracias al encarecimiento del petróleo y del gas. Así se ha visto en las estadounidense Halliburton, Chevron y ExxonMobil, la anglo-neerlandesa Shell, la británica BP, la francesa TotalEnergies o la noruega Equinor. Ahora se refleja en Galp, que ha logrado beneficio neto récord, ha elevado resultado bruto de explotación (ebitda) e ingresos, y ha bajado deuda... en el último año del británico Andy Brown (60 años) como CEO, quien ha dado el testigo al lisboeta Filipe Silva (58 años), y este último mantiene el cargo de director financiero al que ha sumado el de primer ejecutivo.
La petrolera portuguesa ha obtenido un beneficio neto de 1.475 millones de euros en 2022, casi 369 veces superior al del año anterior (4 millones), en el que dejó atrás las pérdidas de 551 millones del año 2020. El beneficio neto ajustado por costes de reposición casi se ha duplicado, situándose en el récord de 881 millones (+92,8%), y el ebitda ha aumentado un 44%, a 3.885 millones. Por su parte, los ingresos se han disparado un 69,6%, a 26.485 millones, algo en lo que han contribuido, y mucho, los mayores precios. Y ante tantas buenas cifras, ha podido reducir la deuda neta un 34%, a 1.555 millones.
Sin embargo, Galp no ha obtenido premio bursátil: su cotización ha caído cerca de un 2% al advertir que espera un menor ebitda para este año (de unos 3.200 millones) por las proyecciones de precios más bajos del petróleo y márgenes de refino. Algo que ya empezó a ver en el cuarto trimestre, cuando el ebitda bajó un 13%, a 657 millones, a pesar de que el beneficio neto se cuadruplicó, llegando a 455 millones; el beneficio neto ajustado por costes de reposición se duplicó, hasta 273 millones; y los ingresos ascendieron a 6.107 millones (+31,6%). Esto supuso un punto de inflexión en la evolución anual del ebitda, que hasta el tercer trimestre se había disparado un 73%.
Crecerá en 'upstream', pese a la venta de activos maduros en Angola, cuya producción era decreciente, y su principal apuesta en este negocio está en Brasil. Al mismo tiempo, “aceleraremos la ampliación de nuestra huella en proyectos renovables”
“Durante 2022, Galp ha cumplido la mayoría de sus objetivos operativos”, ha señalado Silva, destacando que la “disciplina financiera sigue centrada en la rentabilidad de los proyectos y en mantener la inversión neta media en unos 1.000 millones de euros anuales hasta 2025”. Asimismo, continuarán creciendo en upstream (exploración y producción de hidrocarburos), pero ha vendido sus activos en Angola a la compañía privada Somoil, Sociedade Petrolífera Angolana, por unos 777 millones de euros. Una operación que “permite a Galp cristalizar valor a partir de activos upstream maduros”, según Silva, por tanto, con producción decreciente, mientras su principal negocio upstream está en Brasil. Y al mismo tiempo, “aceleraremos la ampliación de nuestra huella en proyectos renovables, al tiempo que permitimos su integración con nuestros proyectos industriales y comerciales de bajas emisiones”, ha añadido Silva. Dentro de sus proyectos renovables, destaca como la tercera compañía productora de energía fotovoltaica en la Península Ibérica y en Galp Solar, su negocio de soluciones energéticas inteligentes para generación y consumo de energía descentralizada, tiene ya 10.000 clientes en España y Portugal. Además, en nuestro país tiene 623 estaciones de servicio, en las que ha mantenido los descuentos en combustible, y 226 tiendas de conveniencia.
La petrolera portuguesa tiene un 58,47% de su accionariado en free float, es decir, en manos del mercado (entre los que hay diversos inversores institucionales, como dos empresas de gestión de inversiones de EEUU -en concreto, Massachusetts Financial Services Company, con entre el 5% y el 10% de los derechos de voto, y T. Rowe Price Group-, que hace unas semanas redujo sus derechos de voto al 4,91%-). El resto del capital se distribuye entre: un 7,61% de Parpública (vehículo para las participaciones del Estado luso) y un 33,92% de Amorim Energia. Esta última compañía tiene su sede en Países Bajos y sus accionistas son dos empresas controladas por la familia portuguesa Amorim y otra que dirige Sonangol -la petrolera estatal de Angola-.