Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI (izquierda), y Satya Nadella, director ejecutivo de Microsoft, cuando firmaron el acuerdo en 2019
En menos de una semana, Sam Altman ha sido despedido de OpenAI, ‘fichado’ por Microsoft y re-fichado por la primera. Todo un récord que ha terminado -parece- con un vencedor, que no es el citado CEO Altaman, sino Microsoft.
Empezando por el final, al regreso de Altman a la empresa que creó ChatGPT -miércoles22- se suma el despido de parte de la junta directiva que le echó, al parecer, por discrepar acerca de la velocidad, la seguridad y la monetización de la IA. Mientras Altman quería desarrollarla a gran velocidad, la antigua junta directiva era partidaria de ralentizarlo para evitar que se les fuera de las manos.
Todo esto según las informaciones que se han ido publicando, porque, hasta el momento, nadie sabe a ciencia cierta el motivo de esa “pérdida de confianza” que esgrimió OpenAI para despedir a Altman.
Por cierto, este jueves trascendió que un grupo de investigadores, al parecer, remitió una carta a la junta directiva de OpenAI alertando de un descubrimiento en IA -llamado 'Proyecto Q*'- que podría poner en peligro, nada menos, que a la humanidad entera. No se sabe si la carta llegó finalmente a su destino, pero se ha relacionado la misiva con el despido de Altman.
A lo que vamos: el CEO regresa con más poder que nunca y, más importante todavía, con el respaldo de Microsoft, que posee el 49% del capital y le ‘fichó’ durante unas horas, las que tardó OpenAI en reaccionar para que no se fuera. Habría sido el final de la compañía, ya que el 90% de los empleados amenazaron con marcharse con Altman… a Microsoft. Es decir, al gigante fundado por Bill Gates, uno de nuestros peores ciudadanos globales, le habría salido gratis hacerse con el 51% que no posee de OpenAI.
Me dirán que Altman no se ha marchado y que entonces Microsoft no ha ganado, y es cierto, pero sólo en parte. Primero, por una cuestión interna: tras los cambios en el comité directivo, OpenAI está más en línea con Microsoft. También hay una cuestión más externa, si lo prefieren, de negocio: la confianza de las empresas en OpenAI ha caído en picado tras el ‘affair’ y ahora miran hacia Microsoft.
La firma, que se hizo de oro gracias al monopolio del sistema operativo Windows, va camino de convertirse en el principal jugador de IA del planeta. De momento se ha adelantado a Google con su buscador Bing, que está revolucionando las búsquedas en internet: Google remite a 'urls' mientras Bing, a través de su chat, responde directamente a las preguntas y conversa con el usuario.