Rodrigo Buenaventura, presidente saliente de la CNMV / Foto: Pablo Moreno
Una de las funciones de la CNMV es “velar por la correcta formación de precios” e, incluida en esta, la “autorización de ofertas públicas de adquisición de valores”, según consta en su página web. Ni rastro de la CNMC, como es lógico, ni siquiera para advertir que la aprobación de una opa estará supeditada a lo que diga Competencia.
Pues bien, el viernes 8 de noviembre, en un encuentro con la prensa con motivo del 35 Aniversario de la CNMV, Buenaventura admitió que los pasos del supervisor “no dependen sólo del propio folleto, sino del proceso de autorización de las autoridades de Competencia”. “No puedo anticipar cuándo se producirá ese momento”, concluyó.
Está claro que Buenaventura ha ido puliendo el mensaje. Hace un mes, durante su comparecencia en el Congreso, no fue tan tajante y aseguró que “La CNMV ya puede aprobar la oferta en cualquier momento después de la confirmación del BCE”, pero “quieren esperar (en la CNMV) a que Competencia se manifieste para poder aportar toda la información de la opa a los minoristas”.
Ahora ya no existe la opción de dar el paso sin la CNMC. Dicho de otra manera, en la era bursátil de don Pedro ‘el valiente’ y ‘la primera Al-dama’, las decisiones de la CNMV dependen de la CNMC… todas ellas instituciones muy independientes, naturalmente.
En este vodevil, lo más probable es que Buenaventura se mude al supervisor bursátil europeo, Iosco (16 de diciembre), sin aprobar el folleto de la OPA… lanzada hace más de medio año. Y no lo hará porque lo más probable es que Cani Fernández, jefa de la CNMC, decrete la segunda fase del análisis y prolongue su decisión hasta 2025 y más allá.
Para entonces, los miembros del Iosco ya habrá visto ‘in situ’ las principales líneas de trabajo de Buenaventura: la celeridad y la independencia.