Renfe se coloca como la última víctima del fructífero rendimiento que están teniendo los cinco escaños del PNV. Y es que el Gobierno (en concreto, el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible) ha firmado con el Ejecutivo vasco que preside Imanol Pradales y con Renfe el traspaso de Cercanías y una inversión de más de 400 millones de euros.

Recuerden que en las elecciones generales del 23 de julio de 2023, el PNV logró cinco escaños, al obtener a 277.289 votos, pero supuso un escaño menos que en la anterior cita con las urnas... y este fue a parar al partido proetarra EH Bildu (seis escaños, con 335.129 votos). Tanto un partido como otro figuran entre los socios de investidura de Pedro Sánchez y entre los que este último necesita para seguir sacando adelante sus distintas medidas y poder mantenerse en La Moncloa. Y esto último, lógicamente, ha llevado a que el líder socialista se tenga que plegar una y otra vez a sus peticiones,... que no están siendo pocas.

El traspaso de la gestión de las Cercanías vascas es una copia de la reclamación de los nacionalistas catalanes, que se reflejó en el pacto entre PSOE y ERC para la investidura de Sánchez: el traspaso de Rodalies a la Generalitat empezará el próximo enero

Entre dichas peticiones, figura el traspaso de la gestión de las Cercanías vascas. Es una copia de la reclamación de los nacionalistas catalanes, que se reflejó en el pacto entre PSOE y ERC para la investidura de Sánchez, y a mediados del pasado julio ambos partidos acordaron iniciar el traspaso de la primera línea de Rodalies de Barcelona a la Generalitat (ahora liderada por el socialista Salvador Illa) el próximo enero.

La semana pasada se reunieron Sánchez y el lehendakari en La Moncloa y un día después se firmó el acuerdo entre el Gobierno central y el vasco y Renfe sobre el traspaso de las Cercanías vascas. El secretario de Estado de Transportes, José Antonio Santano, ha señalado que se trataba de un “hito” antes de que el País Vasco asuma la gestión del servicio de Cercanías en su territorio a partir del próximo 1 de enero, y de un ejemplo más de la “buena sintonía” entre administraciones. “La asunción de las competencias de Cercanías por parte de la Administración vasca supondrá un antes y un después en los servicios de transporte de viajeros por ferrocarril en Euskadi”, ha apuntado, tras firmar el acuerdo con la consejera de Movilidad vasca, Susana García Chueca.

En concreto, se trata del traspaso de las tres líneas de Cercanías de ancho ibérico (C-1, C-2 y C-3) y la de ancho métrico (C-4f) de Bilbao; así como la de ancho ibérico de Donosti-San Sebastián (C-1). Claro que el acuerdo no sólo incluye el traspaso de Cercanías, sino una inversión de más de 400 millones en infraestructuras ferroviarias… Y será a costa de todos los españoles, por supuesto, al ser un compromiso del Estado, y de los que ya se están utilizando 136 millones en inversiones que están en fase de obra, contratación, ejecución o finalizadas.

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En paralelo, no hay que perder de vista que a través de Kutxabank (el banco vasco que preside Antón Arriola), el PNV aspira a controlar el gran fabricante español de trenes, sumando Talgo y CAF. En este último, Kutxabank figura como el segundo accionista, con un 14,056% del capital, situándose tras los trabajadores, que son dueños del 24,973%). Y en Talgo, la siderúrgica vasca Sidenor negocia su entrada, al tiempo que podría producirse también la del Gobierno central y el vasco (vía SEPI y Finkatuz, respectivamente), y en el esfuerzo financiero podrían contribuir las fundaciones bancarias BBK, Kutxa y Vital (es decir, las accionistas y dueñas de Kutxabank).

También conviene tener en cuenta que el PNV celebrará novena Asamblea General los días 29 y 30 de marzo en San Sebastián, donde se renovará el Euzkadi Buru Batzar (el comité ejecutivo nacional del partido), con la elección de la presidencia y de ocho burukides (miembros de dicho comité ejecutivo). Eso sí, el proceso de renovación del EEB arrancará el 20 de enero en los batzokis (las sedes sociales del partido en las distintas localidades). Recuerden que Andoni Ortuzar preside el PNV desde el 12 de enero de 2013, cuando relevó al entonces lehendakari, Iñigo Urkullu. Este último es un nacionalista vasco mucho más moderado que Ortuzar, quien considera como amigo al presidente ejecutivo de Iberdrola, Ignacio S. Galán, y más tras fichar a su hija ‘influencer’ en la eléctrica; y también busca influir en el BBVA, donde hace unos meses Carlos Torres estaba en su momento más bajo y ya se apuntaba como sustituto a José Ignacio Goirigolzarri, algo que ahora es más factible después de que este abandonara Caixabank. El actual lehendakari, Imanol Pradales, es de la cuerda de Ortuzar; mientras que más próximo a la línea de Urkullu está Emiliano López Atxurra, presidente de Petronor (filial vasca de Repsol). En cualquier caso, el PNV quiere controlar Telefónica (a través de Laura Abasolo, actual número tres de la teleco y esposa de Antón Arriola, presidente de Kutxabank), BBVA, Iberdrola, Indra (haciendo valer a los vascos de Sapa), CAF, Talgo... no comprando participaciones, sino por la vía política.

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En el entretanto, en el último Consejo de Ministros (celebrado el pasado 28 de noviembre) se acordó compensar a Renfe con 525,4 millones adicionales al gasto ya comprometido para cubrir las obligaciones de servicio público -es decir, los servicios de Cercanías, Media Distancia convencional, Alta Velocidad Media Distancia (Avant) y ancho métrico- que son competencia de la Administración General del Estado... aunque traspasará los Cercanías vascos y catalanes (Rodalies) como ya se ha comentado. Eso sí, aunque el operador público ferroviario que preside el socialista catalán Raül Blanco sigue sin poder llegar a París (aunque sí a Lyon y a Marsella), entrará a operar en Italia el próximo enero, tras haber comprado el 33% de Arenaways en la sociedad Longitude, otro 33% lo tendrá la gestora española Serena Industrial Partners y el tercio restante estará en manos de un grupo de inversiones italianos. No olviden que en nuestro país, los franceses de Ouigo y los italo-españoles de Iryo (antes con mayoría española en el capital y ahora con italiana) llevan tiempo compitiendo con Renfe en alta velocidad.