El grupo de telecomunicaciones ha cerrado el ejercicio 2024 con una reducción en su deuda neta y un crecimiento moderado en su EBITDA. Sin embargo, la compañía sigue enfrentando presión en su balance, con un patrimonio neto debilitado y una estructura de apalancamiento que aún condiciona su margen de maniobra. A pesar de haber cumplido con los objetivos de rentabilidad marcados para el año, el mercado ha recibido los resultados con reservas, reflejándose en la cotización de la acción. Hasta el cierre del día de ayer, la acción de Telefónica se situó en los 4,32 euros, con un incremento del 0,49% respecto al día anterior. Este aumento se enmarca en una tendencia alcista observada en las últimas semanas, donde la acción ha mostrado una apreciación acumulada del 11,91% desde el 28 de enero de 2025, cuando cotizaba a 3,833 euros. Pero, amigos, parece que la publicación se los resultados del conjunto empresarial no han sentado bien al mercado en el día de hoy, con un descenso en la apertura cercano al 1% respecto al cierre de la sesión del día de ayer. Veamos qué ha ocurrido.

El beneficio neto de la compañía en 2024 ha sido de 2.304 millones de euros, lo que representa una caída del 2,8% respecto a 2023. Esta reducción se debe a impactos negativos en mercados clave, ajustes en valoración de activos y una evolución del negocio marcada por mayor presión competitiva y costes financieros elevados.

Los ingresos totales alcanzaron los 41.315 millones de euros, con un crecimiento del 1,6% respecto al año anterior. En términos de rentabilidad, el EBITDA ha sido de 13.276 millones de euros, con una variación positiva del 1,2%, y un margen EBITDA del 32,6%. A pesar de la estabilidad en sus cifras operativas, la operadora sigue lidiando con la depreciación de divisas en Hispanoamérica, que ha afectado negativamente a sus resultados financieros.

Entre las medidas clave se incluyen la venta de su unidad en Argentina por 1.250 millones de dólares, lo que permitió una inyección de liquidez inmediata

Uno de los aspectos más críticos en el balance de la compañía ha sido la evolución del patrimonio neto, que ha caído un 16% en 2024, pasando de 27.096 millones de euros en 2023 a 22.749 millones a cierre del ejercicio. Las principales razones detrás de esta reducción han sido el deterioro de activos en Iberoamérica, donde se registró un ajuste contable de 2.000 millones de euros en el cuarto trimestre del año, la distribución de dividendos, con un pago en efectivo de 0,30 euros por acción, y el impacto negativo de los tipos de cambio, especialmente por la depreciación del real brasileño, que afectó la conversión de activos y resultados en euros.

La deuda financiera neta se ha situado en 27.161 millones de euros, con una reducción del 0,7% respecto al año anterior. Aunque la operadora ha mejorado ligeramente su posición financiera, sigue operando con una carga de deuda considerable. La ratio de deuda neta sobre EBITDA ha cerrado en 2,58 veces, mostrando una leve reducción, pero aún por encima de niveles óptimos para una estructura financiera saneada.

Para reducir su apalancamiento, Telefónica ha optado por una estrategia mixta de desinversión, optimización operativa y refinanciación de pasivos. Entre las medidas clave se incluyen la venta de su unidad en Argentina por 1.250 millones de dólares, lo que permitió una inyección de liquidez inmediata, la generación de un flujo de caja libre de 2.468 millones de euros, gracias a la contención del gasto de capital y una mejora en la gestión del circulante, y la refinanciación de parte de su deuda, extendiendo los plazos de vencimiento y mejorando las condiciones de financiación.

Como conclusión, el mercado ha recibido estos resultados sin demasiado optimismo debido a su cautela respecto a la capacidad del grupo para sostener su desapalancamiento. Telefónica sigue inmersa en un proceso de transformación, donde la optimización de su estructura de costes y la mejora en la rentabilidad de sus negocios será clave. Telefónica ha reducido deuda y mantiene la rentabilidad, pero con un patrimonio neto en caída y una estructura de pasivos aún pesada, la gran pregunta sigue en el aire: ¿es suficiente para que el mercado apueste a largo plazo por la operadora?

La compañía ha dado pasos en la dirección correcta, pero el camino hacia un balance realmente sólido aún no está despejado.