Teresa Ribera ha cargado contra Polonia por el carbón, pero calla que Alemania ha disparado su uso. Y al mismo tiempo, ha criticado a Francia debido a que insiste en la importancia de la energía nuclear en el proceso de descarbonización.

Este lunes, está teniendo lugar una larga reunión de ministros de Energía de la UE sobre la reforma del mercado mayorista de electricidad (más conocido como ‘pool’) en la que aún no hay un acuerdo, pero este es necesario “cuanto antes”, según había señalado la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, antes de su celebración. Y es que una vez que haya acuerdo, dicha reforma pasará al Parlamento Europeo... y se espera que se pueda aprobar antes de fin de año.

En la reunión las negociaciones se han complicado por una propuesta de última hora que ha hecho Suecia, que actualmente ejerce la presidencia rotatoria de la UE y que dejará en manos de España el próximo 1 de julio. En concreto, ha propuesto que se prolonguen las subvenciones por mecanismos de capacidad (remuneraciones que los Estados miembros conceden a proveedores de energía para que estén disponibles en caso de necesidad, con el fin de garantizar el suministro) a las centrales de carbón por mantener en reserva suficiente capacidad de generación para evitar apagones cuando las renovables no alcancen. Unos mecanismos por capacidad que en nuestro país existen para los ciclos combinados de gas, pero el Gobierno Sánchez llevaba bastante retraso en sus pagos.

Suecia propone que se prolonguen las subvenciones por mecanismos de capacidad a las centrales de carbón por mantener en reserva suficiente capacidad de generación para evitar apagones cuando las renovables no alcancen

La medida propuesta por Suecia beneficiaría a Polonia, por ejemplo, que ha pedido al resto de Estados miembros que comprendan las necesidades de seguridad energética de cada país, al mismo tiempo que busca transformar su mix energético en el que actualmente el carbón representa el 70% y entre otras cosas, lo hará apostando por la construcción de centrales nucleares.

Desde España, la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, se ha mostrado contraria, cómo no, subrayando “la necesidad de acelerar la transformación de nuestro sistema energético, garantizando la seguridad de suministro, facilitando las soluciones sin gases de efecto invernadero, las soluciones no fósiles y garantizando un espacio atractivo para los inversores en energía”. Entre los “distintos aspectos críticos” pendientes ha apuntado lo polémico de acomodar en el texto final las pretensiones de Polonia sobre el papel del carbón en el mercado eléctrico del futuro. Y parece que ella está preparada que se convoquen tantos consejos energéticos como sean necesarios, como recoge el mensaje de la sudadera que le regalaron en Bruselas hace unos meses. 

Claro que no ha dicho nada de Alemania, que no tiene pretensiones con esta energía que emite mucho CO2, pero ha disparado su uso tras el adiós al gas ruso y a sus tres últimas nucleares. Y encima en representación de este último país, su vicecanciller y ministro de Asuntos Económicos y Acción por el Clima, el verde Robert Habeck, ha afirmado que la propuesta de Suecia que favorece a Polonia “no es compatible con los objetivos nacionales y de la UE en materia de protección del clima”. ¿En serio? ¿Y cerrar las nucleares y disparar el uso del gas y del carbón, llegando a destruir un pueblo para ampliar una mina es compatible? ¡Qué cara más dura la del verde Habeck! 

Por su parte, la ministra francesa de Energía, Agnès Pannier-Runacher, ha apostado por una solución que mantenga la ambición climática pero refleje las circunstancias individuales de cada país. Claro que Francia también ha sido objeto de las críticas de Ribera, en concreto por la renegociación de la Directiva de Energías Renovables acordada entre los Estados miembros y el Parlamento Europeo el pasado marzo y que elevaba la meta del consumo de energía renovable al 42,5% para 2030. El pasado viernes, en una reunión de embajadores ante la UE, Francia logró que se incluyera una declaración de la Comisión Europea reconociendo la importancia de la energía nuclear en la descarbonización. Y esto último no ha gustado nada a Ribera, que es una gran enemiga de la nuclear, pese a que genera electricidad sin emitir CO2. Es más, considera que se parece a lo que Alemania hizo con el veto a los coches de combustión a partir de 2035, cuando en el último momento logró una excepción para los que usen combustibles sintéticos.

Y todo esto ha sucedido dentro de la negociación sobre la reforma del ‘pool’, que persigue precios más estables manteniendo la formación de precios marginalista, pero con ciertos mecanismos que ayuden a evitar picos. Entre esos mecanismos están los de capacidad y los contratos de compraventa de energía a largo plazo.