A pesar del fracaso de la COP26 y el relanzamiento nuclear de Emmanuel Macron, hay pocas esperanzas de que las cosas cambien en política energética en España. Y es que la vicepresidenta ecológica, Teresa Ribera, no ha cambiado de actitud e insiste en su cerrazón: este lunes ha afirmado que “ningún grupo empresarial español está dispuesto” a abrir un nuevo ciclo de centrales nucleares de 40 años de duración. ¿A qué sí?

Es cierto que en las actuales circunstancias, evidentemente no. Otra cosa bien distinta podría suceder si se quita el calendario acordado de cierre de los siete reactores operativos para el periodo 2027-2035 o si se reducen los impuestos que asfixian a la nuclear actualmente y la hacen inviable (unos 1.160 millones de euros en 2020, el 62% de su facturación). Además, conviene recordar que hace unos meses, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) advirtió al Gobierno que debería vigilar la situación financiera de las nucleares españolas para evitar su cierre antes de lo acordado, porque operaban a pérdidas.

Hace unos años, Ignacio S. Galán, presidente y CEO de Iberdrola, señaló a Hispanidad: “Yo no hago la política energética, sino el Gobierno, y hago lo que me deja hacer la política energética del Gobierno”

La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha señalado que “no hay ninguna voluntad ni nadie del sector ha pedido reabrir el debate para un ciclo completo”, subrayando la apuesta por “completar la estrategia” del Gobierno de promover la penetración de las energías renovables. Asimismo, ha referido que el calendario fijado es “razonable” y “da holgura para la transformación del sistema energético español”. Además, considera que “acometer el alargamiento” es posible, pero ninguna empresa española está dispuesta a pensar en un ciclo de 40 años que requiere una inversión casi equivalente a la que acomete en una nueva central.

Y el hecho de que no haya esta disposición en ninguna compañía española es debido a las circunstancias adversas ya citadas y a que se requiere una inversión inicial muy potente, sin subvenciones y con muchas exigencias de seguridad y medioambientales. Al hilo de esto, conviene recordar que hace unos años, Ignacio S. Galán, presidente y CEO de Iberdrola, señaló a Hispanidad: “Yo no hago la política energética, sino el Gobierno, y hago lo que me deja hacer la política energética del Gobierno”. Por eso, él ha optado a lo grande por las energías renovables y tras su presencia en la COP26, se ha convertido en Ignacio “Verde” Galán

Y por cierto, el pasado fin de semana, el líder del PP, Pablo Casado, ha apoyado el cambio de era apostando por la nuclear que se está dando en varios países. Por ejemplo, a través de Twitter, donde escribió: “Según REE ahora mismo la generación solar es del 0,33%. Tal y como dije hoy, el viernes a las 20h el mix energético era de 5000MW nuclear, 14.000MW gas y 32MW solar. Como quiero energía barata y no contaminante propongo renovables con nuclear de refuerzo, como pide Macron y Biden”. Y todo ello, horas después de haber cargado contra la izquierda porque “solo le gusta la energía solar”. “A mí también. Pero es que antes de ayer, a las 8 de la tarde fue el pico de consumo eléctrico y a esa hora, no sé si estabais por aquí, no había posibilidad de que emitiera porque era de noche”, refirió en el XV Congreso del PP de Castilla-La Mancha el pasado domingo. A buenas horas, mangas verdes, el PP podría haber apoyado más a la nuclear hace unos años, por ejemplo, cuando tenía mayoría absoluta… pero claro eso no era muy progre.

Al hilo de la postura de Casado, Ribera ha respondido que “un día pide que cortemos el gas y otro que abramos centrales nucleares”. Además, considera que el líder del PP “es un poco oscuro” en relación al modelo energético. 

Y por cierto, no hay que olvidar que Francia ha disparado a niveles récord la venta de energía nuclear a España, según informó Expansión. Nuestro país prefiere comprar fuera a producir aquí una tecnología que ofrece energía barata, de forma continua y que ofrece seguridad de suministro. ¡Olé!