A Pedro Sánchez se le puede considerar un poco gafe porque tras haberse reunido con algunas empresas o haber hablado de ellas, después estas han protagonizado noticias negativas. Por ejemplo, en 2020, Airbus anunció recorte de plantilla, una semana después de que Sánchez señalara que “tiene un futuro prometedor”; en 2023, Sánchez se vio con Lakshmi N. Mittal en el Foro de Davos, quien le sacó 450 millones de euros en ayudas públicas que llegaron meses después, pero no impidieron que se lanzara un ERTE para 8.500 empleados durante 2023 ni su extensión un año más; y el pasado julio inauguró un tramo de alta velocidad en Extremadura que ya lleva retrasos y averías... y otro en Burgos. A todo esto se suma que ahora, 17 días después de reunirse con Michael O’Leary, CEO de Ryanair, este grupo aéreo ha bajado las previsiones de su presente ejercicio fiscal y hace seis días, amenazó con llevarse las inversiones de 5.000 millones previstas para España a otros mercados europeos por la subida de tasas de AENA.

Al grupo Ryanair no le gusta la propuesta del gestor aeroportuario que preside Maurici Lucena de subir las tasas un 4,09% a partir del próximo 1 de marzo, como a muchas aerolíneas y a la Asociación de Líneas Aéreas (ALA). En un comunicado, refirió que AENA “interrumpe la congelación de tarifas acordada hasta el año 2027 y establecida previamente en todos los aeropuertos españoles”, una medida que contribuyó a la rápida recuperación post-Covid de Ryanair, y que esta “impulsó una recuperación de la conectividad española, el turismo y el empleo”.

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A Ryanair le sigue yendo bastante bien en números. Se mantiene líder en pasajeros en España y en el conjunto de Europa y es el segundo grupo aéreo con mayor capitalización bursátil del mundo (23.240 millones), ligeramente por detrás de Delta Airlines (23.561 millones), y sacando mucha ventaja a Lufthansa (9.215 millones), IAG (8.899 millones) y Air France-KLM (3.158 millones). Es más, la cotización de Ryanair se ha disparado un 42% en el último año. 

Vayamos a los resultados financieros. Entre abril y diciembre (periodo que corresponden a los nueve primeros meses de su ejercicio fiscal), los ingresos han aumentado un 26%, a 11.270 millones, incluyendo la subida de tarifas; y los gastos lo hicieron un 25%, a 8.880 millones. No obstante, ha transportado 146,8 millones de pasajeros (+10%) y el beneficio neto ha ascendido un 39%, hasta 2.190 millones. Eso sí, dado que entre octubre y diciembre, ganó 15 millones, un 93% menos por menores ventas en Navidad de lo esperado (varias agencias de viajes dejaron de vender billetes de Ryanair), pese a que los ingresos crecieron, y también sufrió mayores costes de combustible, han decidido reducir las previsiones del ejercicio fiscal que cerrarán el próximo marzo: estiman ganar entre 1.850 y 1.950 millones, frente al rango de 1.850-2.050 millones previsto inicialmente. Y cumplir el pronóstico dependerá “en gran medida de que se eviten acontecimientos adversos imprevistos en el cuarto trimestre, como la guerra de Ucrania, el conflicto entre Israel y Hamás, y nuevos retrasos en las entregas de Boeing”.

Por cierto, en la cita de O’Leary con Sánchez también estuvo presente el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente

O'Leary, Sánchez y Puente