Cuando Andrea Orcel habló con Ana Botín para dirigir el Santander, el italiano utilizó la figura de Gladiator: si ganaba la batalla, Botín le tendría que premiar, pero si la perdía, doña Ana podría prescindir de él. En cualquier caso, lo mollar era que él, Andrea Orcel, sería quien, como Gladiator, se enfrentara a todos los retos del banco, con mando absoluto, sin interferencia alguna de la presidenta.

Precisamente, esa fue la tercera razón por la que el italiano no cuajó en el Santander. El primer motivo fue la advertencia del entorno de Botín: Orcel te va a quitar el puesto, le dijeron, y les hizo caso. Menos mal.

La segunda razón, la ampliación de capital de 25.000 millones de euros que requería la entidad, según el italiano, experto en banca de inversión, pero falto de experiencia en banca doméstica, el principal negocio del Santander. El caso es que el problema no era captar los 25.000 millones, sino las consecuencias de la ampliación para la participación de la familia Botín, actualmente algo inferior al 2% del capital. “Recuerda que esto es un banco familiar”, le dijo Emilio Botín a Alfredo Sáenz, para dejarle claro que a él le sucedería un Botín.

De hecho, la sucesión será el mayor reto de doña Ana en unos años. ¿Quién será su sucesor, su hijo Felipe o su hermano Javier?

Pero dejemos eso de momento y volvamos a lo que nos ocupa, que no es otra cosa que la insistencia de los fondos para establecer el sistema anglosajón de gobernanza: un consejero delegado con plenos poderes y un chairman cuya única potestad es echar al CEO. Actualmente, Botín manda todo y el CEO, Héctor Grisi, se dedica al día a día, por cierto, con mucho éxito, como muestran los resultados cosechados hasta el momento.

¿Por qué los fondos han vuelto a la carga? Porque la edad de oro de los tipos de interés altos ha concluido y hemos entrado en un ciclo bajista que ha puesto en alerta a los fondos. Los resultados de Bankinter fueron muy esclarecedores: ganó mucho más, cierto, pero el margen de intereses cayó más de un 6%.

Dicho esto, ¿el esquema del BCE, heredado del modelo anglosajón, es mejor? No tiene por qué serlo. De hecho, los bancos en España han funcionado a las mil maravillas con un presidente ejecutivo, lo mismo que en Francia.