“Google es un monopolio y ha actuado como tal para mantener su monopolio”, sentenció el juez del Tribunal de Distrito de Columbia, Amit Mehta, el lunes. Hablamos de la demanda interpuesta por el Departamento de Justicia de EEUU, en octubre de 2020. Han pasado casi cuatro años y los que falten hasta que la sentencia sea firme, porque la compañía ya ha anunciado que recurrirá, naturalmente, porque, según ellos, lo que sucede es que la gente elige Google porque es la mejor opción.

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Durante el juicio, sin embargo, quedó de manifiesto que no es exactamente así, ya que Google llegó a pagar más de 26.000 millones de dólares en 2021 para ser el buscador predeterminado y en 2022, otros 20.000 millones a Apple para que los iPhone llevaran incorporado el buscador. Todo muy competitivo, como se pueden imaginar.

El caso es que ese monopolio en los dispositivos permitió a Google subir las tarifas publicitarias, según el juez, engordando así su cuenta de resultados, que depende en más del 75% de la publicidad. Por cierto, una publi que antes iba a parar a los medios, pero que se ha apropiado el buscador, para más inri, tras utilizar gratuitamente los artículos de esos mismos medios.

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Aunque la sentencia no lo concreta, el juez podría exigir a la empresa vender parte del negocio, como sucedió el pasado siglo con la petrolera Standard Oil o con la teleco AT&T. Sería mucho más eficaz que una multa. Lo sabremos dentro de unos meses.

En cualquier caso, la sentencia ha puesto en alerta a Apple, Meta (Facebook, Instagram y Whatsapp) y Amazon, entre otras, porque podría marcar el camino en otras demandas similares contra ellas. “Esta victoria contra Google es un triunfo histórico para el pueblo estadounidense. Ninguna empresa, por grande o influyente que sea, está por encima de la ley”, afirmó el fiscal general de EEUU, Merrick Garland, en un comunicado.

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