En Talgo, cada día está más claro que el Gobierno español y el vasco serán los encargados de reflotarla... y de hacerla más vasca, por supuesto. Y en todo esto no es baladí la planta que tiene en Rivabellosa (Álava), donde emplea a cerca de 700 trabajadores directos de los que casi 2.500 con los que cuenta en toda España. 

La empresa ferroviaria que preside Carlos de Palacio y Oriol y que tiene a Gonzalo Urquijo como CEO se ha convertido en “estratégica” no sólo para Moncloa sino también el PNV. Eso sí, no hay que olvidar que esto no ha sido siempre así y parece que ambos gobiernos se dieron cuenta de su valor cuando atrajo el interés de un inversor extranjero: en concreto, del consorcio húngaro Ganz-Mavag, que lanzó una OPA por el 100% de Talgo a un precio de 5 euros por acción, ofreciendo 619 millones de euros en total. Al final, Moncloa vetó la OPA húngara... amparándose en un informe del CNI (en el que al parecer los espías alertaban de la conexión rusa), y aunque recurrió al fabricante de trenes checo Skoda (que propuso una oferta de fusión) y a su matriz, PPF Group, para que pusiera dinero, al final tampoco fue bien.

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Desde las filas del Gobierno se ha insistido en que Talgo es una empresa estratégica y en su tecnología (la cual permite que sus trenes se adapten a distintos tipos de vía), la cual podría ser de vital importancia de cara a la futura reconstrucción de Ucrania, donde tienen vías de ancho ruso. Al hilo de esto, cabe recordar que hace unos meses, Raül Blanco, presidente de Renfe, refirió que el operador ferroviario prevé jugar un papel importante en la reconstrucción de la infraestructura ferroviaria de Ucrania, tras la guerra. Eso sí, ahora tiene bastante con lidiar con el creciente caos ferroviario en nuestro país (cuyo penúltimo capítulo se ha visto el pasado fin de semana, sobre todo en Atocha), pese a que el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, presume de que el tren vive “el mejor momento de su historia”... y no se plantea dimitir, por supuesto. 

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El reflotamiento de Talgo supone un nuevo ejemplo de nacionalización empresarial y que refleja el intervencionismo de Pedro Sánchez en las empresas privadas (algo que conocen bien en Telefónica), pues el socialista no se conforma con hacerlo en las públicas y semipúblicas. Eso sí, ahora junto a los nacionalistas vascos, que están entre sus socios de investidura y son necesarios para aprobar demasiadas medidas (por ejemplo, los Presupuestos), así que Sánchez debe ser agradecido y tenerles contentos. Un nuevo caso de nacionalización empresarial que no se debe a una quiebra económica (tuvo buenos resultados en el primer semestre), sino que se trata de más bien de una recapitalización para que Talgo pueda reforzar su capacidad industrial con el fin de sacar adelante sus numerosos pedidos y de poder presentarse a nuevos concursos. Tanto el Gobierno español como el vasco han mostrado su disposición a acompañar y ayudar, a través de la entrada de la SEPI y de Finkatuz en el capital del fabricante ferroviario, y ven bien el interés de Sidenor. El ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, aplaudió el interés de empresas “solventes” y “nacionales”, como la siderúrgica vasca que preside José Antonio Jainaga, y también lo vio “positivo” el consejero de Industria del Gobierno vasco, Mikel Jauregi. No olviden que Jainaga es un ingeniero y empresario bilbaíno que es cercano y afín al PNV.

Por cierto, este lunes, Talgo ha remitido un hecho relevante a la CNMV, donde informa que su consejo de administración ha decidido iniciar negociaciones con Sidenor, donde analizará la compra de un porcentaje significativo del capital social o de su totalidad. Eso sí, los inversores, que ya aplaudieron bastante el interés de la siderúrgica vasca la semana pasada (con subidas del 4,52%, 4,90% y 5,36% martes, miércoles y jueves, respectivamente), no han dado más aplausos: la cotización desciende un 1,18%. Y es que el hecho relevante no ha sido nada más que la confirmación de algo que ya se conocía.