De no subir los impuestos a la clase trabajadora hemos pasado a más de 80 tasas en lo que lleva gobernando Pedro Sánchez / Foto: Pablo Moreno
Recortar la jornada laboral pero aumentar la edad de jubilación hasta los casi 68 años, para recuperar, en palabras de la ministra y vicepresidenta segunda, Yolanda Diaz: “Lo más valioso que tenemos: el tiempo”.
Parece oxímoron. Pero no lo es. Es el Gobierno de España que ejerce de mago con los números y el dinero de todos los españoles. De no subir los impuestos a la clase trabajadora a más de 80 tasas en lo que lleva gobernando Pedro Sánchez.
De los fondos europeos que iban a ser un revulsivo para toda la economía española por la pandemia del Covid, a la adjudicación de apenas el 20% pero para otra pandemia, la de la corrupción, que se ceba con mascarillas, contratos públicos y otros EPIs. La justicia no da abasto con tantos frentes abiertos y casos judicializados. Ay el dinero, maldito sea el dinero. La avaricia rompe el saco y termina rasgando el fondo de la tela.
Las incongruencias y poca decisión en política industrial lleva a la primera industria del país, la automoción, a la crisis más grave de las empresas del sector de los últimos años. No sólo por la falta de electrificación sino también por los altos costes de energía que lastran sus ventas y su competitividad, y amenaza sus miles de empleos. Si Alemania empieza, ¿cuánto tardará en llegar el contagio a España?
Pero el relato es: “España va bien”. Menos para los que no llegan a fin de mes, siguen en paro por tiempo indefinido, componen las bolsas de pobreza y estrangulan a impuestos a los trabajadores. Ser clase media dejó de ser un aliciente. Aumentamos el SMI (salario mínimo interprofesional) pero lo penalizamos con la subida de precios, de la inflación, el IPC, la precariedad y sobre todo, la presión fiscal. Otro oxímoron. Igual que la ley de la vivienda que no impide que siga sin resolverse el problema más acuciante desde hace décadas y los alquileres se disparen. Pero con suerte, a ver si gobierna pronto la izquierda porque los españoles no nos merecemos tanta injusticia social.
Hay que invertir en Sanidad pero abrimos las puertas a engordar las listas de espera con el decreto de la “universalidad de la asistencia sanitaria española” abriendo las puertas a cientos de miles de extranjeros que pasen por España en busca de tratamiento gratuito. Y por si fuera poco, pretendemos que el millón largo de funcionarios de Muface se integren en la Seguridad Social sin que afecte a las listas de espera. Otra patata caliente de la que nadie quiere saber nada pasa por el disparo previsto del índice de dependencia en España hasta el 40% en el 2030, con las arcas extenuadas tanto de la SS como de los servicios sociales en los municipios.
El crecimiento del PIB del que presumimos en Europa camufla una deuda pública de 1,6 billones de euros por gastar más de lo que ingresa en partidas improductivas. A la larga, seas liberal o progresista, tanta deuda es un veneno letal para la economía y el PIB.
Pero tanta teoría económica no interesa al “máster del universo” y mientras alimentamos el monstruo relator por parte de la extrema derecha, no se habla de la pandemia de la corrupción en el Gobierno, el partido y la familia de Sánchez con la complicidad de toda la coalición de investidura (CICC). Las ayudas prometidas por la DANA en Valencia no llegan porque es una comunidad autónoma en manos del PP, pero sí fluyen más de 800 millones de ayudas a Marruecos por diversos conceptos desde el seísmo en octubre del 2023, con la recompensa incluida de la masiva llegada de migrantes.
Pero las críticas son sin fundamento y sin perspectiva de género delictivo. A saber cuándo nos enteramos de las extorsiones del rey de Marruecos contra el Gobierno Sánchez por unos supuestos audios del móvil.
Y a todo esto salió hace unas horas el ministro de Exteriores presumiendo que la política exterior de España seguirá caracterizándose por el multilateralismo. El mismo multilateralismo que nos ha llevado desde que gobiernan a las más graves crisis diplomáticas en décadas en tiempo récord con Marruecos, el Sahara, Argelia, Argentina, Venezuela, Israel y ahora con EEUU por bloquear navíos con armamento yankee a Israel. Veremos cuando tome posesión Trump e imponga que los países de la OTAN como España eleven al 2% del PIB su gasto en defensa. La deuda volverá a inflarse aún más con el gas de la risa.
Por si fuera poco, estamos dando la lata a Hungría y Polonia para que en su rotatoria presidencia del consejo de la UE apoyen el chantaje de Puigdemont a Sánchez para que el catalán sea reconocido como lengua oficial en la UE a pesar de no ser un país sino una región. ¿Va a tolerar Bruselas sentar un precedente con el catalán para que otros países presenten una propuesta similar con lenguas regionales como el ruteno, el yiddish, el silesio o hasta el ruso en antiguos territorios del Este europeo?