José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, no puede esperar más para cambiar todo el organigrama de la compañía. Tenía previsto hacerlo en 2024, cuando se cumple el centenario de la compañía. Y es que Pallete lleva un lustro remodelando el Consejo y un lustro pensando en remodelar su equipo directivo. 

Con el Consejo ya tenía una parte del trabajo hecho, por no decir todo: había superado el Consejo de César Alierta, toda vez que Isidro Fainé le otorgó su confianza y que Carlos Torres, presidente del BBVA, no se metía más de lo debido: sin entusiasmo pero sin molestar. Ahora bien, desde el desgraciado día en que los árabes de STC enseñaron las orejas, después los dientes, todo lo laboriosamente ganado en el Consejo se fue a freír espárragos. 

Encima, el problema corporativo hizo que los cambios previstos en el equipo directivo murieran antes de empezar. 

El espectáculo actual es el siguiente: 

Isidro Fainé le apoya. En el pulso que mantienen Caixa-Criteria-CaixaBank con el Gobierno de Pedro Sánchez, las cosas van tan bién como se esperaba y tan mal como se presagia: un equilibrio inestable en el que todos creemos porque nadie puede creer otra cosa, salvo para convertirte en agorero del desastre. Hablamos de un 9,9% del capital.

El Gobierno ha destrozado el centenario de la operadora, que su presidente quería aprovechar para refundar la compañía como operadora privada de cara a la sociedad de la información

Por su parte, y ahora hablamos de un 5% del capital, Carlos Torres necesita al Gobierno para subsistir como presidente del BBVA. Por ahora, Torres, al menos oficialmente y por exigencias del guion catalán, ni tan siquiera ha conseguido que Moncloa le apoye de cara a comerse al Sabadell… Y les aseguro que necesita comerse al Sabadell. Pero mientras lo consigue Torres no se irá de Telefónica.

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Los árabes de STC, donde manda el siniestro Mohamed bin Salman, operan con su petulancia habitual, tanto frente a la compañía como frente a Moncloa. Van para medio año en las tripas de la operadora y todavía no se han dignado a pedirle al Gobierno el preceptivo permiso para entrar en una empresa estratégica española y, mucho menos, o mucho más, aún no han solicitado la venia para solicitar un consejero. Oficialmente, STC tiene el 4,9% pero lo cierto es que disponen de más del 13%, lo preceptivo, según la ley de sociedades anónimas, para nombrar, no uno, sino dos consejeros.

La chulería islámica bien merece la actitud del Gobierno, que en esto toca aplaudirle: ustedes inviertan lo que quieran que, mientras no pidan permiso al Gobierno español para entrar en una empresa estratégica española, se van a quedar en mero inversor financiero, sin posibilidad de decir nada en el consejo ni en el gobierno de la compañía. Hablamos oficialmente de un 4,9% y en la práctica de un 13%.

Y vamos con el 9,9% de capital de Telefónica en poder de la SEPI, es decir, del Gobierno. Para entendernos, Pedro Sánchez quiere controlar Telefónica... sea quien sea su presidente. También sabe que José María ÁlvarezPallete es el hombre indicado para presidir la compañía y que pueden nombrarle consejeros, ya lo he hecho con Carlos Ocaña, pero no tiene ningún candidato a presidente capaz de gestionar ese imperio. Y si no, que le recuerden, como hacen en el PP, su maravillosa gestión en Correos, donde su hombre de confianza, Juan Manuel Serrano, dejó un agujero financiero y otro de gestión que estamos pagando entre todos. Al menos el primero. El segundo se trata de solucionar, no de pagar y todavía no está claro que Correos deje de ser el desastre en que se ha convertido, con el también socialista, Pedro Saura, que por ahora ha evaluado le agujero de su antecesor pero no sabe como rellenarlo. Además, Serrano acaba de ser denunciado por Abogados Cristianos por malversación de caudales públicos durante su etapa en la empresa pública de servicio postal. 

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En resumen, el Gobierno ha destrozado el centenario de la operadora, que su presidente quería aprovechar para refundar la compañía como operadora privada de cara a la sociedad de la información. El problema es si Álvarez-Pallete puede esperar más antes de dar un puñetazo encima de la mesa y pasar de un máximo accionista, al menos de forma oficial que, encima, es su regulador. Algunos pensamos que sí que debería dar ese puñetazo, lo que conllevaría cambios en el Consejo y una remodelación total del equipo directivo actual.

Regreso de vacaciones, buen momento para los cambios. Aunque mejor hubiera sido justo antes de vacaciones.