
Ver a la progresía, que viene de la izquierda 'rogelia', aunque ahora haya anidado también en la derecha, alabar el librecambismo y golpear, incluso con cierta histeria, a Donald Trump por su política arancelaria, es algo que congratula este viejo corazón.
Porque el proteccionismo siempre fue el arma de la izquierda en cuanto llegó al poder, y ahora, miren por dónde, esa izquierda -progresista, naturalmente- se nos ha vuelto librecambista, lo que constituye la esencia de lo que en el neolenguaje progre del momento los progres califican como 'neoliberalismo'. Para entendernos, que dicen los progresistas que los neoliberales son malísimos pero ellos, ahora convertidos al librecambismo más irracional, son bonísimos... ¡pero si librecambismo y neoliberalismo, o capitalismo, son una misma cosa!
Trump ha afrontado la reducción del gasto público, ahora afronta la reducción de la deuda pública norteamericana. Eso es, precisamente, lo que todos deberíamos hacer
En cualquier caso, ¡qué malo es el Tío Donald! Curioso.
El pasado lunes 7, los canales de televisión en abierto, ahora mismo expresión del poder informativo, aunque les queda poco tiempo de reinado, competían por insultar a Donald Trump con vehemencia, bajo el espejismo de que el bueno de Donald se había quedado sólo en el mundo. Todos contra él, demostración evidente de su error y su locura.
Hasta la propia Casa Blanca entró en un proceso de autodefensa, salvo el propio Trump que es un personaje admirable pues se ha atrevido a nadar contra corriente en la sociedad de la información, lo que constituye la esencia del heroísmo contemporáneo.
La tesis principal podría ser esta: Trump ha derrumbado las bolsas. La prueba: ha hecho perder millones de dólares a los multimillonarios, Elon Musk, su propio amigo, quien se habría revuelto contra él porque peligra su principal negocio, Tesla, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg... como diríamos en mi barrio bajo de Ventanielles, los mayores cabrones del planeta han perdido, en un sólo día, miles de millones de dólares. Pues ya está: esta noche no duermo pensando en los desolados Elon, Mark y Jeff. ¡pobriños!
A decir verdad, el club de los desolados multimillonarios, no han perdido nada: sus títulos valen menos en bolsa en 24 horas, cierto, pero si no los venden y no los van a vender, seguirán cobrando el beneficio que les otorgan, que eso sí es dinerito real. La empresas se fundan para ganar dinero no para cobrar plusvalías.
Pero vamos a suponer que realmente han perdido dinero. ¿Y qué? Un 'crash' o desplome bursátil significa que los ricos ven reducido su patrimonio. Una crisis o recesión, o crack, económico es cuando usted pierde su empleo. Es cierto que lo uno colabora con lo otro pero no necesariamente, no directamente.
La Casa Blanca incentiva la inflación, nos dicen: si no aprovechamos el proteccionismo para mejorar nuestra industria sí; si lo aprovechas, no. Y por cierto, los precios de la energía no han subido, han bajado
Es más, no se asusten de lo que digo tras el chaparrón informativo del lunes: hoy, martes 8 de abril, insisto en que los aranceles de Trump constituyen una buena medida -mal aplicada por zonas del mundo- y es una medida justa porque, al menos, hará que nos replanteemos el injusto y peligroso librecambismo de la economía mundial del siglo XXI.
En él, la tiranía china se ha convertido en la mayor potencia económica del mundo, por la doble vía de humillar a sus propios ciudadanos y, al tiempo, colonizar económicamente a Europa e Iberoamérica. Y Trump ya ha empezado a rectificar: antes, sus amenazas se dirigían a todo el mundo, ahora apuntan directamente a China, a la que amenaza con colocar aranceles por encima del 100 por 100. Esperemos que Europa no sea tan idiota como para aliarse con China frente a Trump. Sánchez ya lo ha hecho.
Más, Trump ha afrontado ya la reducción del gasto público y ahora afronta la reducción de la deuda pública norteamericana. Por eso necesita que bajen los tipos aunque eso, de entrada, no es una buena noticia. Y esta medida es aún más importante que la de los aranceles pero con la misma condición anti-librecambio: que todo el mundo lo haga al mismo tiempo.
Otrosí: nos dicen que la Casa Blanca incentiva la inflación: si no aprovechas el proteccionismo para mejorar tu industria sí; si lo aprovechas, no. Verbigracia: si no aprovechas para producir tus propios coches eléctricos y directamente te dedicas a comprar los coches chinos, entonces sí, Trump estará propiciando la inflación. Si no, no.
Mejor haremos en intentar que no fracasen las conversaciones de paz entre Putin y Trump sobre Ucrania así como en conseguir una paz justa en Israel. Ahí sí que nos jugamos todo, no en los aranceles
Y por cierto, los precios de la energía, que constituyen la clave de todo proceso inflacionario, no han subido, han bajado.
En resumen, no son malas las medidas arancelarias de Trump, aunque no puede tratar igual a Europa e Hispanoamérica que a China o a India, que son los principales enemigos de Occidente y los aprovechateguis del librecambismo mundial, antes criticado y ahora alabado por la progresía, por el Nuevo Orden Mundial.
Recuerden que los progres, el NOM, no atacan a Trump por proteccionista: le atacan por cristiano y por provida, por antigender y anti-woke, no le atacan por cuestiones económicas sino antropológicas y religiosas.
Pero mejor haríamos en intentar que no fracasasen las conversaciones de paz entre Putin y Trump sobre Ucrania así como en conseguir una paz justa en Israel. Ahí sí que nos jugamos todo, no en los aranceles.
Y mejor haríamos en aprovechar la guerra comercial de Donald para fomentar nuestra autarquía industrial, es decir, para reíndustrializar España, en lugar de entregarle nuestra cuota de mercado a Pekín, que es lo que está haciendo Sánchez en el sureste asiático y en Beijing.
Ya lo ha dicho el embajador chino en Madrid... y lo celebran en la tele de izquierdas como un gran éxito: este chico, el Sánchez, tiene buena química con Xi Jinping. Ya saben, lo del viejo dicharacho ¡Qué simpático resulta este imbécil, cómo nos burlamos de él y qué bien nos ríe las gracias!