Unicaja cesa a su director general, Manuel Menéndez
En vísperas de Semana Santa, y tras la tormentosa Junta de Accionistas, el Consejo de Administración de Unicaja, con Manuel Azuaga como presidente ejecutivo y con Manuel Menéndez como consejero delegado, se apresuró a lanzar un comunicado en el que reafirmaba el "arraigo" de la caja-banco, su compromiso con sus "orígenes territoriales", es decir, con Andalucía.
Pues bien, lo cierto es que en cuanto Manuel Azuaga abandone la Presidencia ejecutiva -julio de 2023- y Manuel Menéndez se convierta en primer ejecutivo único, la cuestión sede se volverá a plantear.
Para entendernos, el plan del asturiano Menéndez es llevarse la sede corporativa a Madrid y mantener la sede social en Málaga... y esto siempre que resulte estrictamente necesario.
No es eso lo que piensa la Junta de Andalucía, tanto PP como PSOE, pero recuerden que todo es susceptible de cambiar.
Menéndez no haría otra cosa que lo que ha hecho con Liberbank, una fusión de cajas de ahorros de cuatro comunidades autónomas: Asturias, Cantabria, Extremadura y Castilla-La Mancha. En cuanto pudo, terminó con todas esas sedes y trasladó su quehacer a Madrid.
Oiga, y hablamos de un Menéndez que, como presidente de Cajastur, fue una figura clave en toda la economía asturiana, desde Hidrocantábrico hasta Central Lechera. Menéndez ya es ciudadano de Madrid la ciudad con más asturianos de toda España.
Lo cual no hace gracia a la Junta de Andalucía... y no me extraña nada. Por tanto, las reticencias de quienes piensan que Unicaja se irá desgajando de Andalucía, a pesar de que ha absorbido a Liberbank y de que era más grande y más solvente que Liberbank, es algo más que un temor 'boinardo' de las fuerzas vivas andaluzas: lo más que probable es que justamente eso sea lo que ocurra.
A fin de cuentas, Menéndez siempre podrá alegar que Santander y BBVA han hecho lo propio: sede social en Santander y en Bilbao, sede corporativa en Madrid. Y a lo mejor, dentro de un año, da un paso más.
Nunca debimos dejar caer a las cajas de ahorros, nunca debimos dejarnos llevar por la fiebre de las fusiones: ser grande no significa ser mejor.