La cúpula del BBVA temblaba cada vez que se aproximaba el Viernes de Dolores porque era la fecha preferida por Francisco González (FG) para cesar y nombrar directivos. Tranquilos: Carlos Torres no ha continuado la tradición de su antecesor, pero cuidado, porque el afectado podría ser él.

Hablamos de la intención de Jaime Caruana de convertir a Torres en presidente no ejecutivo. La idea es genial en un doble sentido: por un lado, le quitaría las atribuciones ejecutivas que tiene actualmente y, por otro, contentaría al BCE, que pactó a regañadientes el modelo actual de gobernanza a cambio de la dimisión de FG.

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Y Torres, cuya posición es de extrema debilidad en el Consejo, como adelantó Hispanidad, no podría decir que no. El presidente, además de a Caruana y al CEO, Onur Genç, tiene enfrente al vicepresidente, José Miguel Andrés Torrecillas, el mismo que fue consejero coordinador en la última etapa de FG y mucho antes, en 2004, presidente de EY cuando la auditoria trabajó para Sacyr, coincidiendo con el intento de asalto de la constructora al banco. Mera casualidad.

En el entretanto, el BBVA sigue imputado como entidad jurídica en el caso Villarejo, algo que podría estallarle en las manos al presidente si entra en juicio oral como tal y le llaman a declarar como máximo representante de la institución. Y es mucho más sencillo echar a un presidente chairman que a uno ejecutivo.

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