Acerinox cerró un acuerdo en febrero para adquirir el 100% de la compañía de aleaciones especiales Haynes International por un importe de 798 millones de dólares (740,3 millones de euros). Ahora los accionistas de la americana han aprobado dicha adquisición, según ha informado el gigante siderúrgico a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

La operación ha recibido la aprobación de las autoridades antimonopolio estadounidenses y está sujeta a otras aprobaciones regulatorias y al cumplimiento de las condiciones habituales y según Acerinox "se está desarrollando según lo previsto y se espera que se cierre en el tercer trimestre de 2024".

El acuerdo contempla que Haynes reinvierta 200 millones de dólares (185,5 millones de euros) en los próximos cuatro años en nuevas operaciones conjuntas en Norteamérica con el fin de crear una plataforma integrada de HPA y acero inoxidable.

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La empresa, tiene como principal accionista a Corporación Financiera Alba, vehículo inversor de la familia mallorquina March, con un 19%. El empresario Daniel Bravo mantiene su 5%; Industrial Development Corporation (IDC), que depende del fondo soberano de Sudáfrica, conserva su 3%, y el fondo estadounidense Millennium Group Management (1,965%), consigue dar un paso más en su plan de consolidarse en el mercado norteamericano, así como para lograr su puesto preferente en el mercado mundial de las aleaciones de alto rendimiento.

Acerinox quiere enfocarse en aceros especiales: dentro de los aceros inoxidables, son las soluciones de aleaciones de alto rendimiento (VDM), para lo que concentran la fabricación de productos en siete plantas, cinco en Alemania y dos en Estados Unidos. Y en ambos territorios le va mejor que bien. 

Esta situación, junto con la aceptación de los accionista de Haynes, lo único que hace es que se complique la situación en la planta del Campo de Gibraltar, Palmones (Los Barrios, Cádiz). Recordemos que la planta está parada desde el 5 de febrero por una huelga indefinida. El motivo: la oposición a los ERTE anunciados por la compañía, además de la exigencia de un aumento salarial. 

Las cosas no van bien en suelo patrio, la fábrica es un absoluto desastre y su consejero delegado, Bernardo Velázquez, tiene que recortar gastos y atajar el problema. Las órdenes han sido claras: si hay que llegar hasta el final con el cierre, habrá que hacerlo. 

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