En otras palabras los padres de Godella, salvajes y majaderos a partes iguales, asesinaron a golpes a sus pobres criaturas, para que trasmigraran sus almas a no se sabe qué cosa
Crimen de Godella. El fiscal pide 50 años de cárcel para el padre y encierro de la madre en una ‘cárcel psiquiátrica’, por esquizofrénica. Mataron a sus hijos de tres años y medio y de seis meses, aseguran en RTVE siguiendo la moda de respetar a todas las religiones menos a la mayoritaria en España, al catolicismo, “por razones religiosas”.
¿Y cuál era esa razón” Pues la metempsicosis, más conocida en el siglo XXI como reencarnación. El origen de esta teoría sádica, que nada tiene que ver con el cristianismo y que la Iglesia ha condenado reiteradamente, es la trasmigración de un espíritu en otro cuerpo, incluida otra especie.
Conste que el origen de la teoría tiene, como toda gran mentira, un origen cierto: la existencia del espíritu racional en el hombre, espíritu que no puede morir porque no tiene partes. Gracias a la existencia de la parte inmaterial en el hombre, aunque todas nuestras células varían, nosotros, gracias a nuestra alma o espíritu seguimos siendo los mismos, mantenemos nuestro nombre desde el nacimiento a la muerte… por más que nuestro cuerpo actual no tenga nada que ver ahora con el cuerpo de nuestra niñez.
Ahora bien, de ahí a pensar, como en muchas corrientes panteístas-hindúes (también en Grecia y próximo oriente, durante la era clásica, también entre los pitagóricos) que te puedes convertir, tras la muerte, en cerdo o en mosca, pues hombre, va un trecho.
En otras palabras los padres de Godella, salvajes y majaderos a partes iguales, asesinaron a golpes a sus pobres criaturas, para que trasmigraran sus almas a no se sabe qué cosa. Pero eso no tiene nada que ver con el cristianismo aunque los colegas de RTVE sepan que hablar en España de convicciones religiosas es identificarlo, no ya con el cristianismo, sino directamente con la Iglesia católica.
Insisto, la metempsicosis, la reencarnación, es una creencia panteísta y, como todo lo panteísta, absurdo (por cierto, lo más panteísta que existe hoy en Occidente se llama ecologismo) totalmente ajeno a la religión católica.