El verdadero pecado de Juan Carlos I fue exigir a Adolfo Suárez que abandonara el Opus Dei si quería ser presidente del Gobierno. Es decir, descristianizar el Régimen político español
Vivimos un acceso de iconoclastia aguda en España. Ahora la Fiscalía del Supremo investiga si el Rey Juan Carlos I tuvo algo que ver con la muerte de Manolete. No, en serio, la Fisclaía investiga si Juan Carlos I y la Reina Sofía utilizaron tarjetas black, con el dinero cobrado en el exterior, mientras los fiscales o al menos la TV pública, que es más importante, asegura que nunca el actual monarca, Felipe VI o la Reina Letizia emplearon dichas tarjetas. Para entendernos, el cortafuegos, por el momento, está en el emérito. Por el momento, que es de lo que al parecer no se entera el ilustre Jaime Alfonsín.
Pues eso, que ahora resulta que el Rey emérito utilizó tarjetas black. Y la Reina Sofía también. Es más, ambos regalaban caramelos envenenados a los hijos de los obreros, como los frailes durante la II República, poco antes de que les asesinaran.
Cuidado: porque aquella falacia sirvió para que las turbas se lanzaran a asesinar a curas y monjas y a todo católico que encontraron a mano.
El verdadero pecado de Juan Carlos I fue exigir a Adolfo Suárez que abandonara el Opus Dei si quería ser presidente del Gobierno. Es decir, descristianizar el Régimen político español
Tontunas apartes -sí, son tontunas de un país iconoclasta empeñados en cargarse todos sus méritos-, el verdadero pecado de Juan Carlos I fue exigir a Adolfo Suárez que abandonara el Opus Dei si quería ser presidente del Gobierno y dirigir la Transición política. Es decir, de lo que sí es culpable el rey emérito es de descristianizar el Régimen político español.
De hecho, la España de 1978 fue una transición con concordia laicista. Es decir, sólo los católicos quedaban fuera del proscenio. Y fuera quedaron. Aquel polvo trajo muchos lodos. Hasta hoy mismo.
Lo de las tarjetas black es una chorrada insigne, como la nueva que se han inventado: la del militar testaferro que recogía regalos en el exterior para Don Juan Carlos I.
La España de 1978 fue una transición con concordia laicista: sólo si los católicos quedaban fuera del proscenio. Y fuera quedaron
Pues mire, sólo se otorgan regalos a los jefes de Estado con el prestigio y predicamento de SM Juan Carlos I. Lo que ocurre es que, ahora, el emérito es árbol caído y además, en España, el guerracivilismo siempre empieza por eliminar al Rey. Hemos comenzado por el emérito pero esto no acabará en él.
Además, hay pendiente una revolución... que no puede desaprovechar la oportunidad de un Rey caído y se ha lanzado a devorarlo.
Eso sí, Juan Carlos I no podría ser devorado si su propio hijo no le hubiera puesto a los pies de los caballos.