Sánchez se reunirá con el Papa el próximo día 24, aniversario de la exhumación del cadáver de Franco en el Valle de los Caídos
El ex ministro y diputado del Partido Popular, Jorge Fernández Díaz, ha publicado un artículo digno de ser tenido en cuenta, calcando lo que Hispanidad ha venido defendiendo, desde tiempo atrás: los socialistas no querían desenterrar a Franco sino dinamitar la cruz del Valle. No era antifascismo, era anticlericalismo.
Fernández insiste en que la exhumación de Franco sólo es el primer paso: ahora se trata de desacralizar la Basílica, crear un parque temático para cambiar la historia, expulsar a los benedictinos y dinamitar la cruz.
Fernández concluye: “Para entonces, los «guías ciegos y perros mudos» querrán ladrar, pero será tarde porque su ceguera, tibieza y cobardía les han impedido hacerlo cuando debían. La persecución religiosa, ahora sin mártires de sangre. De momento”.
Ahora ya puede empezar la nueva persecución contra la Iglesia
De la misma forma, en una de sus últimas entregas de La Resistencia, el catedrático de Historia Contemporánea de Alcalá de Henares, Javier Paredes hacía hincapié en el precedente que la profanación de la Basílica del Valle de los caídos pueda representar como inicio de una nueva persecución religiosa en España.
Y a todo esto, ¿qué es lo que ha ocurrido en esta histórica jornada? Pues que el cadáver de un hombre muerto hace años ha sido trasladado desde una basílica hasta el cementerio anexo al Palacio Real (Palacio de El Pardo) desde donde ejerció su dictadura, un palacio de más ringorrango que el estólido Valle de los Caídos.
Al final, por más que se empeñe la tele de Sánchez, el asunto se resume fácil: ha sido desenterrado el hombre que no hubiese ganado la guerra civil si la II República, tan democrática ella, hubiese dejado en paz a los católicos.
De lo que se deduce que una democracia de poco sirve si en ella no se respeta la libertad individual. Por ejemplo, la libertad de culto o, como algunos la llaman, libertad religiosa.