El PSOE ha hecho suya la propuesta de que el Banco Central Europeo (BCE) condone a España su deuda con él, el mayor comprador del bono español y la manguera de dinero con la cual España ha afrontado la sequia provocada, no por la pandemia, sino por las políticas con las que hemos combatido al virus.

En puridad, sólo se debería pedir un préstamo para producir, no para consumir. Hablo de las familias pero sobre todo de los gobiernos, que encima nos endeudan a todos.

Y ya puestos a condonar, ¿por qué no condonamos todas las deudas, en un jubileo global donde los prestamistas lo pierdan todo y los prestatarios sigan pidiendo dinero en la convicción de que, cuando tengan que devolverlo, pedirán otra condonación?… y así sucesivamente.

Pero mucho mejor es la tesis del economista Eduardo Garzón, una mente tan brillante como la de su hermano, el ministro Alberto Garzón. Don Eduardo asegura que todos los problemas económicos se solucionan emitiendo más dinero. Hay que poner a trabajar, no a las personas, sino a la máquina de hacer dinero, hay que añadir, en la pantalla de ordenador del BCE, un cero a la masa monetaria. Y ya está. Se acabó el hambre en el mundo, las penurias económicas, etc.

La condonación sólo tiene un problema: fulmina la ley más sagrada de la economía: premiar el esfuerzo, eso que conocemos como justicia social, justicia distributiva o justicia a secas. Y lo sorprendente no es que los majaderos de Podemos hayan propuesto esto sino que la idea ha cundido en el PSOE. Precisamente en el Sanchismo, especialista en dedicar la deuda creciente con el BCE en crear subvenciones, que no puestos de trabajo.

Darle a la máquina de hacer dinero, la tesis Garzón (apellido maldito: Baltasar Garzón, Alberto Garzón, Eduardo Garzón…) es aún peor: supone devaluar toda la economía mundial, según la ley de la oferta y la demanda. Si el dinero con el que pagamos es ilimitado, ¿para qué fabricar nada? El dinero es un medio, no un fin. Fabricarlo sin límite nos devuelve a Machado: confunde el necio valor y precio.

No es por casualidad que los clásicos inventaran el patrón-oro, o cualquier otro patrón, otra referencia, ni que en la Edad Media, gente sabia, se condenara la fabricación ilegal de dinero con pena de muerte.

Pues eso, mismamente, es lo que dice Eduardo Garzón que hay que hacer: Lagarde, fabrica más dinero y todo solucionado. La presidenta del BCE, por cierto, ha salido al paso de tan brillante idea calificándola de "inconcebible". Por una vez, y sin que sirva de precedente, estamos de acuerdo con doña Christine.

Pta: no estoy planteando la pena de muerte para el Gobierno Sánchez ni para el hermanísimo, Eduardo Garzón: si acaso, prisión permanente jamás revisada.