El BBVA ha mejorado las condiciones del despido colectivo, pero siguen siendo inaceptables para los sindicatos
Sorprende el bravío del presidente del BBVA, Carlos Torres. Tras la presentación de pérdidas con cargo al primer trimestre el mercado le volvió la cara pero lo cierto es que Torres se ha crecido. Está cansado de demostrar que es un buen gestor y cansado de mostrar que él no es el apéndice de FG.
En cualquier caso, en una sociedad justa, un banco no se regala a un partido político. Si lo quiere, que lo compre
Así que, por vez primera en voz alta, Carlos Torres se lo ha hecho llegar a su equipo de fieles: no va a aceptar ni la hipótesis, ni el mero planteamiento, de una fusión con Bankia. Y si el PNV sigue dando la matraca con eso, cambiará la sede social del banco de Bilbao a Madrid. Es decir, habría cruzado una línea roja para el PNV, cada vez más necesario para Pedro Sánchez.
Ni FG se atrevió a tanto.
Torres tiene previsto incrementar el coeficiente de recursos propios del banco con sede en Bilbao. Por el momento, ha empezado con cocos
Torres tiene previsto incrementar el coeficiente de recursos propios del banco con sede en Bilbao. Por el momento, ha empezado con cocos, que no es el mejor ni el más barato de los instrumentos posibles pero menos da una piedra y más daño hace.
Con su postura, el presidente del BBVA lanza otro reto, uno más, al juez Manuel García-Castellón, que lleva el caso Villarejo. Sabe que no se atreverá a imputarle por el caso Villarejo si no quiere arrojar al país a otra incertidumbre “perturbadora” con el segundo banco español sin timonel.
Con su postura, el presidente del BBVA lanza un nuevo reto juez García-Castellón. Sabe que no se atreverá a imputarle por el caso Villarejo
Una postura arriesgada, porque el juez García-Castellón está muy harto: el BBVA, sus abogados (Garrigues y Uría Menéndez) y su auditor (Price), o sea Carlos Torres llevan un tiempo tomándole el pelo. Pero Garrigues y compañía le aseguran que no será imputado. Como diría Forges, “Allá yo”.
Dicho esto, la fusión entre BBVA y Bankia no deja de ser un regalo al PNV. Y los bancos, no ya en una democracia, sino en un Estado que intente regirse por unos rudimentarios principios de justicia, un banco no se regala a un partido político. Si lo quiere, que lo compre.