- La morosidad cae significativamente pero sigue por encima del 10%.
- La entidad, como el resto del sector, gira hacia productos con ingresos vía comisiones.
- Pero no se notará la mejoría mientras las dotaciones por deterioro de activos sean un 71,5% del margen de explotación.
- Los gastos caen en 15,6 millones de euros debido a la reducción de plantilla y de oficinas.
- Al final, el beneficio de Cajamar alcanza los 80 millones de euros, un 5,1% más que en 2016.
Después del 'rally' de presentaciones de las principales entidades financieras en las pasadas semanas, este jueves le ha tocado el turno a Cajamar. Entidad que, como ya hemos comentado en otras ocasiones, es el grupo cooperativo, que deberá funcionar bajo la nueva figura de los Mecanismos Institucionales de Protección, contemplado en la reforma de la Ley de cooperativas de crédito y Cajas rurales aprobado, por fin, en junio de 2017 y que aglutina a unas treinta y dos entidades de características muy heterogéneas. La realidad de la entidad continúa siendo tozuda, como en ejercicios anteriores, ya que su negocio sigue girando entorno al gran error de haber entrado el tremendo juego del negocio inmobiliario de forma masiva, cuando el negocio para el que fueron concebidas estas entidades era el minoritario. Concretando, y a la vista de la cuenta de resultados del 2017, el margen de intereses de Cajamar continúa en tasas negativas, y en el ejercicio se ha dejado un 1,7% (-9,5 millones de euros (M€), cifras similares a las registradas en 2016. Las comisiones cobradas crecen discretamente ( 1,9%), así como los ingresos por dividendos ( 3M€), pero la entidad registra importantes pérdidas en el resultado de operaciones financieras (-32,4M€, un 17,4% menos) y en otros productos (-9,2M€). El margen bruto, que en 2016 había crecido un 6,6%, en 2017 registra un 3,5% de descenso (35,8M€). Las políticas de austeridad y las importantes reestructuraciones de una plantilla que evidentemente estaba sobredimensionada por las sucesivas fusiones, en especial en los servicios centrales. Con 450 empleados y 138 oficinas menos que en el año anterior, han conseguido reducir en 15,6M€ el capítulo de gastos. De esta manera, el margen de explotación alcanza los 25,2M€, que representa un 11,5% más que en 2016. En 2016, Cajamar registró provisiones por unos 200M€ para cubrir las posibles contingencias resultado de las cláusulas suelo. En este 2017 prácticamente esa misma cifra ha sido el crecimiento de las dotaciones por deterioro. Muy probablemente como consecuencia de los ajustes habidos en la nueva normativa, a pesar de que se han recuperado casi 115M€ de pérdidas de clientes no dudosos. La tasa de morosidad de la entidad se sitúa en un 10,82%, con lo que parece que está ya cerca de abandonar las tasas registradas en años anteriores, que la situaban en el furgón de las más castigadas por la crisis del ladrillo. Vamos, más o menos la consecuencia de lo que hemos dicho en la introducción, esto es, el tremendo error de variar el objeto principal de ser de las cajas rurales y cooperativas de crédito que no era otro que servir de vehículo financiero primario a las necesidades de sus socios cooperativistas, lejos de la especulación bancaria para la que, probablemente, no estaban preparados. Con todas estas cifras casi olvido la cifra más importante: el resultado del ejercicio, 80M€, que crece en unos 3,9M€ y que en términos porcentuales representa un 5,1% más que en el año anterior. El negocio de la entidad parece que empieza a girar hacia productos con ingresos vía comisiones ya que reduce los depósitos a plazo en 1.641M€ e incrementa 3.174M€ entre cuentas corrientes, fondos de inversión, seguros y planes de pensiones. Pero creo, sinceramente, que no es por aquí donde se va a ver un mejor resultado de la entidad, por lo menos mientras las dotaciones por deterioro de activos sean un 71,5% de su margen de explotación. Rodrigo de Silos rodrigode@hispanidad.com