Eutanasia. Sánchez e Iglesias patrocinan otra ley de muerte
La investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno se ha cerrado con 166 votos a favor y 165 en contra (un voto ausente, correspondiente a Podemos, de baja por enfermedad). En principio se mantiene, para la segunda y más relevante votación la del martes 7, la erección a la Presidencia de Pedro Sánchez con más síes que noes: 167 frente a 165.
Ahora bien, aunque la enferma de Podemos se recupere para el martes 7, todo se vería truncado si el diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte, cambiara su prometido ‘sí’ por el ‘no’. Entonces habría empate a 166 y Sánchez no podría seguir en La Moncloa, residencia hacia la que don Pedro muestra una cierta querencia.
La cuestión no es baladí, si se considera que ya han empezado a surgir informaciones (fake news, diría don Pedro) sobre el amigo Guitarte en las redes sociales -esas que Sánchez quiere censurar- y en periódicos como OK Diario. Hay incluso quien duda de que los turolenses beneficiados por el sí a Sánchez no son la totalidad de los habitantes de la tercera provincia aragonesa sino Tomas Guiarte y su señora esposa.
Sánchez inaugura otra era de anticlericalismo en España. Ya insulta a Vox con un nuevo adjetivo: ‘clerical’
Pero lo lógico es que Teruel Existe mantenga su ‘sí’ y Sánchez sea investido presidente a la cabeza de su Frente Popular, formado por socialistas y comunistas, con el apoyo de los separatistas vascos y catalanes, a los que Sánchez se dispone a pagar el gasto… con el Presupuesto de todos los españoles.
Y todo ello representa un triunfo para Sánchez y un problema para España. Y entonces es cuando la gente se encrespa contra una izquierda peligrosa, que pretende acallar a quien se atreva a discutirle la menor cuestión.
“Sánchez, traidor, a la cárcel con Pujol”, gritaba un manifestante en la manifestación -cuya convocatoria fue ciudadana- del sábado 4 en Madrid. Porque la gente anda un poco cabreada ante una progresía que está dispuesta matar, censurar y robar con tal de permanecer en el poder.
En cualquier caso, la mañana del domingo 5, en el Congreso, con el fracaso previsto en la primera votación, no resultó baladí. Es más, resultó bella e instructiva -más instructiva que bella- sobre todo cuando, retomando el hilo dejado por el independentista civilizado y siempre económico con la verdad, diputado peneuvista Aitor Esteban, le sucedía, a primera ahora de la mañana del domingo, la diputada proetarra de Bildu, Merche Aizpurúa, quien, para romper el hielo, decidió llamar fascista a su Majestad, el Rey de España, de nombre Felipe VI.
En economía, el grupo de la moción de censura apunta contra la propiedad privada
Fue entonces cunado un diputado del PP, que no de Vox, soltó aquello de ¡Viva el Rey! Y, como Fuenteovejuna, los diputados del PP, de Vox y hasta de Ciudadanos, respondieron: ¡Viva! Un hecho que hirió el sensible corazón de Pablo Sánchez y de Aitor Esteban. ¿Cómo se puede ser tan fascista?
O cuando los diputados de Navarra Suma y de Foro Asturias (este último también gritó Viva la Constitución) fueron respondidos con grosería y chulería por el grosero y ególatra candidato a la Presidencia, muy sensible a las críticas negativas. A las positivas es muy receptivo.
Todo ello calentado, también en la jornada anterior, por un discurso bolivariano de Pablo Iglesias -a sus órdenes, vicepresidente-, donde el democrático líder de “nuestra patria” amenazó a periodistas y jueces, gente como es sabido, de lo más reaccionaria y antidemocrática.
Si a todo lo anterior le unen que el sábado, con un debate al que le hicieron el vacío los barones socialistas, Pedro Sánchez se nos había vuelto ultra-progre y nacionalista, tenemos que concluir que la cosa marcha,
Sánchez devuelve al PSOE al marxismo del que le sacó Felipe González. Y ningún cargo socialista se atreve a levantar la voz: aman demasiado su salario
Ojo al dato: Sánchez Pérez-Castejón inauguraba otra era de anticlericalismo en España. Ya insulta a Vox con un nuevo adjetivo: ‘clerical’. Si a ello unimos lo que comentábamos en la crónica de Hispanidad de ayer, que se trata de asfixiar económicamente a la Iglesia, habrá que prepararse para el terrorismo de Estado contra los católicos españoles, que serán una vez más, los más perseguidos por el Frente Popular.
En economía, el grupo de la moción de censura, que es el mismo que ahora apoya a Sánchez, apunta contra la propiedad privada. Simplemente, el soviético-bolivariano Pablo Iglesias, que es el que manda, porque la mente preclara de Sánchez tampoco da para más, ha decidido que la propiedad privada es un robo: de ahí a los soviets no hay tanto camino como piensan.
Es decir, Sánchez devuelve al PSOE al marxismo del que le sacó Felipe González. Y ningún cargo socialista se atreve a levantar la voz: aman demasiado su salario.
Vamos bien: ‘dabuten’ que diría un castizo.