Los españoles no dependen de Moncloa. O no deberían depender.
La no formación de Gobierno, el ‘no’ a Sánchez, se conoció en el momento del almuerzo. Yo estaba comiendo con un CEO del Ibex 35 y su expresión al enterarse, vía móvil, de que seguíamos sin Gobierno, fue de indecible entusiasmo.
Los que no viven de la subvención pública y los que temen la cristofobia de Sánchez, están felices
Y es que estamos muy bien sin Gobierno. España se está italianizando, y la mejor época de la postguerra italiana fue aquella en la que se vivía en perpetuo interregno y donde la inestabilidad se convertía en permanente para goce de todos los ciudadanos.
La sociedad civil emerge cuando el Gobierno deja de aplastar con normas y cuando la atención se centra en la actividad económica y cultural y no en la última ocurrencia de los políticos.
Desgraciadamente, la felicidad no puede durar mucho
En resumen, hay dos colectivos que están muy felices con la ausencia del gobierno: los católicos y los empresarios. Es decir, los que no viven de las subvenciones públicas y los que temen la nota distintiva del gobierno Sánchez: su cristofobia.
Desgraciadamente, la estupenda italianización de España no puede durar mucho más allá de septiembre. Sánchez asegura que el país no puede permitírselo. La verdad es que el que no puede permitírselo es él. Perdería el poder.