Tras el nuevo ultimátum de Calviño, la reforma laboral de Rajoy se mantendrá. Lo de Ione Belarra es anécdota. Calviño se sitúa pues por delante de la comunista Yolanda Díaz
En Hispanidad ya hemos reseñado que la inefable ministra portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, se superó a sí misma en las primeras horas de la tarde del martes 16 de marzo, cuando tendió el puente de plata a don Pablo Iglesias afirmando que no había vuelta atrás y que creía haber leído, en algún sitio, que el propio Iglesias había dicho que se marchaba del Ejecutivo para no volver. Alegría y regocijo reinan en Moncloa, donde nadie aguanta al engreído del todavía vicepresidente segundo, Pablo Iglesias Turrión, aunque la estrategia de Sánchez consiga mantener a los podemitas en el Gobierno con todos los honores y sin ningún poder, mientras el CIS va desgranando la extinción del votante de Podemos, que se traspasa lentamente al PSOE, al sanchismo, ahora tan progre como Podemos pero un poco menos majadero.
Eso sí, con las cosas de comer no se juega. Por tanto, la ecuación es la siguiente: Ione Belarra, otra ministra mitinera, otro icono progre sin contenido, es elevada a ministra de Asuntos Sociales y agenda 20/30, algo que no sirve para absolutamente nada bueno y que, en cualquier caso, es una maquinaria global, no española, pero que se ha constituido en el logo del Sanchismo. A fin de cuentas, declararse feministo, sostenible, generista, eugenésico, LGTBI y un pelín ateo, sale gratis en el Presupuesto, que eso es lo que interesa en Bruselas.
Como buen machi-feministo, Sánchez presume de feminista por contar con cuatro mujeres vicepresidentas. Es decir, un gineceo dirigido por un varón
Lo de Belarra forma parte del inventario y Margarita Robles y otros elementos aproximadamente sensatos del Gobierno Frankenstein tendrán que aguantar las salidas de pata de banco de la navarra vasquizada pero esa molestia va en el sueldo. Además, Marisu Montero se la come de un bocado, con mucha gracia y mayor salero.
El caso es que que Nadia Calviño no podía permitir que la comunista -no neocomunista, sino leninista a secas- Yolanda Díaz, se aupara por encima de la rectora de la política económica. Porque dependemos de Europa y resulta que en Bruselas, los que tienen que soltar el dinero, se tragan cualquier barbaridad moral de corte progre -las mismas que ellos practican- pero con el dinero nunca juegan. Así que temen más a Díaz que a Iglesias, que les parce un demagogo sin mayor recorrido. Por eso, Sánchez ha accedió al enésimo ultimátum de Calviño: ella tiene que mandar por delante de Díaz. Y así ha sido: vicepresidenta segunda y vicepresidenta tercera.
Y así, como todos los machistas progres, el feministo señor presidente presumirá de tener cuatro mujeres vicepresidentas con mucho poder. Lo que tiene es un gineceo donde manda el hombre, él. Cuando se marche y nombre ‘sucesora’ entonces podrá presumir de feministo, pero por ahora, no piensa hacerlo.
En cualquier caso, Díaz, una sindicalera de discurso limitado y economía suicida, cuyo principio económico único consiste en “trabajar menos y cobras más” estará obligada a mantener su discurso: asegurará que la reforma laboral de Mariano Rajoy y Fátima Báñez se anulará porque así está previsto en los pactos de Gobierno… ¿qué se apuestan a que no? Se reformarán cuestiones parciales… y nada mÁs.
Porque para recibir los fondos europeos, si quieren los 72.000 millones de euros de donaciones, que no créditos, Europa exige dos cosas: que no se toque la reforma labora de Rajoy -de hecho les parece escasa, quieren más despido libre- y también les parece escasa la viabilidad del sistema de pensiones. Y no porque les preocupe España: lo que preocupa en Bruselas es que, ahora que empezamos a mutualizar la deuda europea, ellos tengan que pagar los platos rotos de los derrochadores españolitos del sur, o sea, de Sánchez. Sí, los centroeuropeos son muy racistas, pero no son idiotas.
El principio económico de Yolanda Díaz se resume así: trabajar menos y cobrar más
Resumiendo, en Moncloa brindan con champán por la salida de Iglesias pero no olvidemos en Bruselas temen más a Díaz que a Iglesias y exigen que se retrase la edad de jubilación.
Además, ¿todo esto significa que, a día de hoy, el dinero europeo podría no llegar a España? Sí, significa justamente eso, al menos en parte. Cuidado.