Felipe VI se queda solo
Miguel Iceta, el hombre del PSC, ya ha dicho que él ve al menos ocho naciones en España. Es su conclusión tras un proceso de investigación científica de altos vuelos. Es más, Iceta alberga la íntima convicción de que en breve plazo, descubrirá otras dos o tres naciones y llegará a las 10 o 12 en el ‘Estado español’. Todo sea por el diálogo.
Y Pablo Casado juega a la ruleta rusa: al final, nos salvarán los separatistas, piensan. ¿Y si no lo hacen?
Señores: hemos entrado en una semana decisiva, está que comienza el lunes 9 y termina el domingo 16. La semana próxima se sabrá si es posible la Operación Borrell, alentada, en primer lugar, por Felipe González y otros barones del PSOE, como Alfonso Guerra -siempre por libre- o Rodríguez Ibarra, junto a Emiliano García-Page o el propio -no veterano- José Luis Ábalos, asustado ante la obsesión de Pedro Sánchez de mantenerse en La Moncloa a cualquier precio.
En resumen, esta es la semana en la que Felipe VI se juega el Trono y en la que España se juega terminar en un reino de taifas anticlerical, ferozmente cristófobo, pues es el anticristianismo, como ya hemos repetido en Hispanidad, lo único que une a fuerzas tan dispares como los independentismos burgueses catalán y vasco con los leninistas de Pablo Iglesias o con el PSOE de Pedro Sánchez: su cristofobia latente o explícita, según convenga.
Así que Felipe VI se juega el trono y España se juega mucho más: si Sánchez consigue su frente popular el país estará abocado al enfrentamiento civil y al caos social.
Es curioso que se diga que el Rey puede perder su cargo si no encarga a Sánchez la formación de Gobierno. Es justo al revés
Insisto: la operación Borrell, más que en encargar a Pepe Borrell la formación de Gobierno para reformar la Constitución y hacerla más centralista, con un pacto PP-PSOE, consistía en amenazar a Sánchez con hacerlo. Simplemente, se trataba de impedir que el ególatra que ahora preside el país se lanzara al memorial del Frente Popular que, a partir de 1935, nos llevó de cabeza hasta la guerra civil de 1936… y que también estaba formado por las mismas fuerzas que ahora Sánchez, aprendiz de brujo, pretende poner en movimiento: socialistas, comunistas y separatistas.
Mientras, desde el PP, un vacilante Pablo Casado juega a la ruleta rusa: al final, nos salvarán los separatistas, debe pensar, porque exigirán demasiado, como el pasado verano y Sánchez tendrá que dar marcha atrás. ¿Y si no lo hacen? Porque todo indica que el pacto, a pesar de los aspavientos de Gabriel Rufián, está próximo. Pero Casado es así.
De postre, Sánchez acabará fagocitado por Podemos y los nacionalistas. A los socialistas siempre les ocurre lo mismo cuando pactan con los comunistas
Resulta curioso que se diga que el Rey puede perder su cargo si opta por la operación Borrell y no encarga a Sánchez la formación de Gobierno ni tan siquiera intenta matizárselo. Es justo al revés. El objetivo de podemitas y nacionalistas es la III República.
Y el sarcasmo del Frente Popular que Sánchez, obseso del poder, se empeña en poner en marcha es que será el propio presidente en funciones quien acabará fagocitado por Podemos y los nacionalistas. A los socialistas siempre les ocurre lo mismo cuando pactan con los comunistas. Hacen el lelo.