Teresa Ribera, incapaz de contener el precio de la luz, que anda desbocado
En el PP aseguran que la ineptitud de Dolors Montserrat es de tal calibre que hasta en sus duelos parlamentarios con Carmen Calvo vence esta última… y ese parangón resulta definitivo.
La verdad es que tenemos un gobierno que entre su presidente y su vicepresidenta suman medio cerebro quizás porque ambos son feministas.
La fiesta es cultura y la prueba es que ha creado un lenguaje propio y de gran calidad literaria
Pero cuando viajamos hacia abajo, mismamente a la ministra de Transición Ecológica, ‘la Talibana’, nos encontramos con otra fresca mezcla de erudición e ignorancia bajo la interminable sombra del prejuicio. En concreto: Teresa Ribera, nuestra ecologista talibán, pretende terminar con la caza y con los toros. Al parecer, le molestan tanto como las centrales nucleares.
El toreo es un arte donde un hombre se enfrenta a una fiera con un trozo de trapo y una espada. A mí me gusta.
No me gusta la caza, pero no por ello voy a prohibir la existencia de cazadores. Primero porque sin ellos se produciría sobrepoblación de determinadas especies que ya han causando daño (ejemplo, los jabalíes). Segundo porque el animal racional debe imponerse al irracional, nacido para servir al hombre de alimento y, por qué no, de diversión si fuera el caso. La federación de caza es la segunda federación deportiva en número de afiliados, tras el fútbol y empatada con la pesca.
Y si es por animalismo, el toro bravo es un verdadero sibarita, que vive a cuerpo de rey
En cualquier caso, llama la atención la obsesión animalista de Dolores Ribera, cuando el toro de lidia es el bovino que mejor vive de toda la especie de bóvidos, el arquetipo del bienestar animal. Un verdadero sibarita comparado con los bueyes de matadero cuya carne nos comemos cada día sin el menor escrúpulo y con entusiasmo.
En el caso de los toros, además, estamos ante un espectáculo cultural de primer orden, además de una de las notas distintivas de España. La prueba de que el toreo es cultura es que ha creado un lenguaje. Y de alto nivel. Por no hablar de que el toro bravo es uno de los animales más hermosos que se recuerdan desde la antigüedad y una verdadera “especialidad” española.
La ministra Ribera debería cerrar los mataderos, no las plazas de toros
Al Gobierno Sánchez le vendría bien aquello del prohibido prohibir, uno de los axiomas (y de las contradicciones: si no se puede prohibir ya hay algo que sí se puede: prohibir) del primer progresismo.
“Me gustan los animales vivos”, ha asegurado la sensible Ribera. Pues ese es el problema señora: el hombre sólo come animales muertos. Para eso se los ha creado Dios.