Estado de alarma: menos libertad, más histeria y, de postre, crisis económica.
Anticipábamos, más o menos anteayer… que el Pedro Sánchez, con su política de quédate en casa y muérete de aburrimiento, no iba a detener el coronavirus pero sí iba a aprovechar para reducir la libertad (las libertades, como dice la progresía), con la conversión de Pedro Sánchez en César máximo. De paso, el Estado de Alarma también ha servido para multiplicar la histeria de los españoles, con el papel higiénico como objeto protagonista. Y no olvidemos que el miedo siempre engendra violencia y ese invento estúpido de la distancia social solo provoca la ruptura de la armonía social. Por ejemplo, contra los madrileños, convertidos ahora en leprosos a los que nadie quiere fuera de Madrid porque son portadores del virus: unos insolidarios de mucho cuidado.
Ya saben la táctica siempre es la misma: nos enfrentamos, argumenta Sánchez, a una pandemia histórica, sin precedentes… ergo tenéis que hacer lo que yo os diga y si no lo hacéis es porque sois unos irresponsables y unos insolidarios. Y, de paso, os multaré sancionaré y detendré, que la letra con sangre entra.
De paso, los gobiernos occidentales, destruyendo la movilidad, clave en una economía moderna, están provocando una crisis económica que ríase usted de la de 2007.
Una sociedad enervada no ofrece resistencia alguna al tirano
La empresa Naturgy ha desconvocado su Junta General de Accionistas y se aparcan todos los planes de inversión, al tiempo que se multiplican las perdidas.
De paso, también, y como toda tiranía, lo primero que hay que conseguir es acallar cualquier voz crítica. Y ahí tienen –tarde del sábado 14- a don Pedro Sánchez, acallando todo tipo de críticas a su cesarismo con la curiosa afirmación de que el bulo expande el virus (doctrina científica de hondo calado) y con el ‘consejo’ a los periodistas de contrastar la información (seguramente con Moncloa, fuente honrada y certera) porque los bulos también hacen -¡qué miedo!- que se expanda el coronavirus.
Para que lo entiendan la culpa de la histeria cread por el conoravirus es de los periodistas, que somos la repera y no contrastamos con Moncloa. Esto recuerda el viejo dicho de los periodistas británicos: ¿De dónde salen los rumores sobre el número 10 de Downing Street? Respuesta: del número 10 de Downing Street.
¿Y como es posible todo este disparate de neurastenia global y de silencio ante un recorte de libertad que va a convertir a España en una tiranía? O dicho de otra forma, ¿cómo se forjan las tiranías del futuro? Pues se forjan en nombre de nuestra salud y de nuestra seguridad. Una sociedad enervada no ofrece resistencia alguna al tirano porque, producto de nuestra falta de fe en Cristo, tenemos un miedo a la muerte y al dolor que no es ni normal.
Dígale usted al español que le va a prohibir salir a la calle con un acompañante y se rebelará. Dígale usted a ese mismo español que si sale a la calle podrá contraer el coronavirus y contemplará a un dulce borrego meterse en casa y encima, presumir de solidario.
El decreto de declaración de Estado de Alarma es un atentado contra la libertad de grueso calibre. Según informa un prestigioso diario, como es El Economista, aseguraba que, durante el interminable y bronco debate del Consejo de Ministros, el vicepresidente Pablo Iglesias, quien violó la ley porque debía estar en cuarentena, no sólo pretendía aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para nacionalizar las eléctricas sino también la prensa. Vamos, para que nadie pudiera criticarle y la ausencia de crítica constituye el comienzo de toda tiranía.