Francisco se ha convertido en la barrera frente al Anticristo, que ya está operativo… sea persona, idea, o ambas cosas a la vez.
Se cumplen seis años de papado de Francisco. Si se hiciera una encuesta entre católicos informados es posible que Francisco no obtuviera muchos aplausos. A fin de cuentas, a Jorge Bergoglio le ha tocado vivir la crisis eclesial más profunda de toda la historia de la Iglesia.
Por si alguien no se había dado cuenta, la Iglesia vive en pleno cisma entre la modernidad progre, los amigos de una tradición meramente formal, propia de una Iglesia pegada a la política, y todo ello con el fondo de la venenosa inversión de valores que ha provocado la blasfemia contra el Espíritu Santo, que consiste en llamar bueno a lo malo y malo a lo bueno, verdad a la mentira y mentira a la verdad.
Al mismo tiempo, la satanización del mundo (sí, he dicho satanización) y de buena parte de la jerarquía nos envía hacia una etapa fin de ciclo, y eso hace que el libro más regalado por el Papa Francisco a sus visitas sea, mire usted por dónde, Señor del Mundo, del amigo Robert Benson. Un relato sobre el Anticristo y la presunta etapa final de la historia. Y hablamos del también presunto Papa progresista.
Francisco es consciente de que vivimos en una civilización satanizada. Por eso, su libro preferido es “Señor del Mundo”
En cualquier caso, sólo un ciego puede negar que vivimos un cisma abierto donde se pone en duda la propia doctrina y, sobre todo, al Magisterio. Vamos, incluso se pone en solfa quién es Magisterio y quién no lo es. Y los primeros que lo ponen en duda son los propios jerarcas eclesiásticos. No todos, desde luego, pero está claro que la conversión primera de hoy en día, la más necesaria, es la de la curia eclesiástica y la de las órdenes religiosas, hasta hace medio siglo columna de la Iglesia y hoy –no todas- convertidas en sumideros de orgullo.
Los tiempos de Francisco se caracterizan, también, por la confusión generada por ese cisma, superior a la de cualquier otra etapa histórica, cisma no oficializado (por tanto, más inextricable y peligroso) donde se confunden catecismo y herejía.
Una época, al fin, en la que las columnas que parecían más firmes se han derrumbado y en la que es difícil saber quién es quién.
Ahora, el NOM (Nuevo Orden Mundial) sabe que Francisco les ha salido rana –es fiel a Cristo- y dan este Papado por amortizado. Ahora urge neutralizarlo
Ahora bien, si algo ha caracterizado a este Papa, y por eso se le entiende tan mal, es por su empeño en salvar lo salvable en una tierra baldía y en una época oscura. Y eso tiene un coste: primero lo dicho: que se le entiende mal; segundo, que quien acude a la excepción suele terminar por molestar a la regla general.
Además, las fuerzas de Mordor han crecido, hasta el punto del que la perversión se ha quitado la careta, probablemente el fenómeno más curiodo del mundo moderno. Nos va el ‘heavy metal’, estamos en la era del terrorismo directo. Insisto: la blasfemia contra el Espíritu Santo consiste en que hemos convertido la verdad en mentira y la mentira en verdad, lo bueno en malo y lo malo en bueno… y donde hasta la belleza se ha convertido en fealdad y el arte de hoy se llama feísmo. Donde el modelo a seguir es el degenerado (y hasta la degenerada).
Ahora bien, echarle la culpa de todo esto al Papa Francisco… Los males de la Iglesia son culpa de todo el cuerpo místico. De la cabeza para abajo, todos somos culpables.
Y por cierto: si alguien es consciente de que la copa de la corrupción se ha llenado y desborda, de que la olla a presión de la corrupción no aguanta más presión está llenando, ese es el Papa Francisco.
Por lo demás, Francisco entra en sus séptimo año de papado y ahora a lo que aspira no es a que se oiga su voz, sino a que no secuestren su voz para decirnos que ha dicho lo que no ha dicho o que no ha dicho lo que debía decir. Porque, a lo peor, sí que lo ha dicho y no nos han permitido escucharlo.
Créanme: un Papa no manda tanto como parece. Ni en el propio Vaticano. Este Papa manda cada día menos. Cabalga a lomos de un caballo cismático.
Francisco es consciente de que vivimos en una civilización satanizada. Por eso, su libro preferido es “Señor del Mundo”.
A quien puede entenderle, Francisco le repite que el demonio anda suelto en el Vaticano. Y ha animado a los fieles a rezar la oración de San Miguel. Curioso proceder para un Papa presentado por los medios como el Pontífice progre. Bueno, ya no, porque, justo ahora, se ha interrumpido la farsa. Ahora, el NOM (Nuevo Orden Mundial) sabe que Francisco les ha salido rana –es fiel a Cristo- y dan este papado por amortizado. Ahora, urge neutralizarlo.