Ya lo hemos contado: los obispos españoles primero cedieron ante el poder político y llegaron más allá que el profanador, que el propio Pedro Sánchez. Con alguna excepción, prohibieron las eucaristías públicas. Se dedicaron a las misas digitales. De paso, para que la gente no pecara, despertaron la salvaguarda del precepto dominical. No sabía yo que a la eucaristía se iba a cumplir un precepto.

Y así, crearon un peligrosísimo precedente. Ahora, el cristófobo Sánchez sabe que la jerarquía española cede.

Resumen: la vacuna contra el coronavirus es la Eucaristía

Señores obispos: con la Eucaristía ni se cede ni se pacta. La Eucaristía se defiende con la vida, si es necesario. Porque lo peor de todo esto es que el riesgo puede venir de otro lado y eso resulta más enervante aún. El verdadero riesgo radica en que, a lo mejor no es necesaria la profanación iniciada por Pedro Sánchez. Podría ser que el propio Protagonista quien decidiera retirarse. Y eso sí que sería el fin.

Resumen: la vacuna contra el coronavirus es la Eucaristía.