Una basílica secuestrada
A las seis de la tarde del pasado viernes 1 el Gobierno dio la orden de cerrar el Valle de los Caídos. Desde entonces, las puertas del paraje permanecen cerradas a la espera del desenterramiento, pero en el interior deambula una verdadera guarnición de guardias civiles (ver fotos), no va ya a ser que los fascistas hagan no se qué cosas malignas. A lo mejor, como se ha rumoreado por Madrid ha explicitado un medio informativo, resulta que el cadáver de Franco no está en la tumba y hace tiempo que salió de allí: ¡Qué fuerte!
Recuerden que las unidades antidisturbios de la Guardia Civil ya intimidaron en su momento a los que acudían a la Basílica del Valle, a misa. Gente muy peligrosa y con querencia a protagonizar disturbios.
Pero no parece. Mientras el Gobierno busca el momento adecuado para exhumar al ‘dictador’, sin líos, el canonista Daniel Tirapu ha escrito, en El Confidencial Digital, un artículo que no tiene desperdicio. La conclusión es que según los acuerdos entre España y la Santa Sede, son los benedictinos del Valle, el prior Santiago Cantera, quien debe permitir el desenterramiento de Franco.
La Guardia Civil ha tomado posiciones para vigilar… a los frailes. Y no piden permiso al prior para deambular dentro de la basílica
En cualquier caso, los benedictinos hablan de una “basílica secuestrada”. No es mala imagen.
En este caso, secuestrada por la Guardia Civil, que amedrenta a los presentes y que entra y sale de la Basílica y hasta de las dependencias de la comunidad de religiosos como Pedro por su casa. Se trata de acongojar al prsonal para que, cuando llegue el momento, el prior Cantera no ose resistir. Eso sí, Tirapu es el primer canonista en abrir la boca. Recuerda que los especialistas en derecho canónico fueron muy consultados cuando el Rey Felipe VI se casó con una divorciada civil. Todos concluyeron que la casada en un ayuntamiento sí puede contraer matrimonio eclesiástico. Sin embargo ahora, Tirapu se sorprende por que ningún canonista ha sido consultado sobre la pertinencia de exhumar a un enterrado en una basílica católica sin pedir permiso al párroco. En este caso, al prior Santiago Cantera.
Mientras tanto, la familia parece dar por irrefrenable la exhumación y exige honores militares al difunto lo cual, con todo respeto, es una tontería en estos momentos.
Lo grave es lo que apuntaba el catedrático de Historia de la Universidad de Alcalá, Javier Paredes, en Hispanidad: el problema es que lo de Franco es el comienzo de una nueva persecución a la Iglesia en España. Si no, al tiempo.