Si no existiera esa obsesión revanchista, el Valle de la Santa Cruz sería una referencia turística que visitar
El martes pasado, día 17, se cumplieron 60 años de la llegada de los monjes Benedictinos a la Abadía del Valle de los Caídos. Ese mismo día, el presidente del Gobierno, don Pedro Sánchez, afirmaba en el Congreso de los diputados, aprovechando el momento de la presentación de las grandes líneas de gobierno de su menguada legislatura, qué “vamos a proceder en breve a la exhumación de los restos del dictador del Valle de los Caídos. La decisión del Gobierno es firme". Apuntando, además, que un país que mira al futuro tiene que estar en paz con su pasado, y esto debe hacerse “con serenidad, naturalidad y moderación.” Y yo añadiría, siempre dentro del cumplimiento a las leyes que los españoles nos hemos dado.
Pues bien, con todo el respeto que me merece, como persona y como presidente, permítame decirle que las cosas no se están haciendo en la forma por Vd. indicada.
Ha subrayado que pertenece a una generación que creció en democracia -sólo tenía tres años cuando murió Franco- para apuntar que "ninguna democracia puede permitirse monumentos que ensalcen una dictadura… La nuestra, tampoco", ha apostillado.
Sr. Presidente: si Vd. creció en democracia, somos muchos más los que nacimos y construimos el Estado democrático que hoy tenemos y que tantas alegrías nos ha dado y del que Vd. está disfrutando desde que nació. Creíamos que el cainismo había sido vencido, pero parece, a la vista de sus actuaciones, que quiere resucitarlo. Se ve venir, se sospecha, que lo siguiente que se pedirá es demoler la Cruz más grande de Europa (continente cristiano) y desacralizar el Valle de la Santa Cruz.
60 años llevan los frailes benedictinos orando por las almas de las dos Españas en el Valle y ahora Pedro Sánchez resucita el odio
Sr. Sánchez: el revanchismo cainita debe acabar, al igual que el odio. Hemos, todos, de esforzarnos en dar solución a las numerosas reformas que España y la UE necesitan pues sin ellas estamos todos muertos.
Se ha de priorizar en la acción de gobierno y, no tenga duda de ello, excepto para Vd. y para algunos de los voceros que le acompañan en su desafinado coro de los rencores, que el Valle de los Caídos no es una de las preocupaciones de la gran mayoría de los españoles de hoy.
Si esta gran maravilla, que es la Cruz, estuviese en cualquier otro país, se valoraría en su justa medida y se sentirían orgullosos de tenerla. Recoge Vd, Sr. Sánchez, la antorcha del enfrentamiento que en su día sacó del baúl de los malos recuerdos el presidente Zapatero.
Recordemos que, para Felipe González, la mejor referencia de gobierno de la izquierda desde la recuperación de la democracia, el Valle de los Caídos jamás fue una cuestión que mereciera situarse entre las grandes líneas de acción de sus diferentes gobiernos, mucho más próximos a la dictadura que el suyo, que preside por “accidente” político y no por el voto de los españoles.
En vez de exhumar cadáveres, enterremos el odio. Miremos hacia adelante, no ya por nosotros, sino por las generaciones que nos sucederán que sabrán de Franco porque Vd., y su rancia política, lo están trayendo de nuevo a la palestra de la actualidad, en lugar de consolidar el silencio que otorgan los casi 80 años transcurridos desde el fin de aquella terrible contienda entre hermanos, y que hoy, ese espacio de tiempo representa el mejor de los finales de las “dos Españas”.
No se puede, y parece que Vd. se empeña en ello, reescribir la historia. La de la Guerra Civil. Una historia, además repleta de mentiras de unos y otros en función del sesgo ideológico de quién la escribe. Es obvio, muchas de sus acciones desde que es presidente, lo acreditan, que su principal objetivo es satisfacer a la izquierda más desestabilizadora que le ha aupado al poder. Protéjase, presidente, de tales acreedores compañeros de viaje. Su factura no tendrá límite y si no reacciona y a tiempo, conducirá Vd. al país al caos y la desestabilización moral de sus ciudadanos, de quienes no le han votado y, derivado de ello, no le han legitimado para que obre como apuntan sus decisiones. Céntrese en lo que realmente preocupa a los españoles: la unidad de España; el paro; la educación; la corrupción; las pensiones; la sanidad; el control del gasto publico etc.
Sánchez, céntrese en lo que realmente preocupa a los españoles: la unidad de España; el paro; la educación; la corrupción; las pensiones; la sanidad; el control del gasto publico, etc.
La sociedad española, que, durante los últimos 40 años, no sólo ha protagonizado un impresionante cambio político, sino también ha experimentado un no menos impresionante cambio social, en sus costumbres y modos de vida incardinados en la revolución tecnológica global que nos acompaña. La verdad es que me sorprende que los que teníamos, más o menos, 30 años en el 75, la generación del cambio, hayamos sido capaces de asimilar y sobrevivir a transformaciones sociales de esa magnitud, sin precedentes en la historia y sin volvernos esquizofrénicos. En el 75 ni el más agudo de los pensadores pudo prever lo que ha ocurrido. Merecemos un premio.
Si se conociera, con la necesaria profundidad y objetividad la historia real del monumento, su construcción y la finalidad del mismo, quizá, si en él no estuvieran sepultados Franco, que jamás lo pretendió y quiso, y Primo de Rivera, obviamente ajeno al futuro de sus restos, el debate sería otro. No olvidemos que fue el Consejo de Ministros presidido por Arias Navarro quien decidió la forma en que se debía llevar a cabo el sepelio, de acuerdo con el rey Juan Carlos, ahora Rey emérito, quien ordenó por escrito al abad del Valle de los Caídos que se diese sepultura en la basílica a Franco, si bien su familia prefería que fuera enterrado en su panteón del Pardo.
Si no existiera esa obsesión revanchista, el Valle de la Santa Cruz, que es el nombre de la fundación constituida en su día, sería una referencia turística que visitar, no con el propósito de honrar o legitimar a nadie, sino de conocer un episodio de nuestra historia, pero interpretado en su justa medida y sin deformación intencionada alguna. Existe en el Valle una Abadía de monjes Benedictinos que con su entrega y generosidad lo cuidan espiritual y materialmente, y han creado una escolanía que es reconocida mundialmente, pues es la única que mantiene el canto gregoriano. No estigmaticemos esa realidad. No tiene justificación alguna pretender cambiar las cosas que no son posibles cambiar. La historia de la Guerra Civil es inviolable y la verdad sólo una, para tragedia de todos. Como dijera Cicerón: Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que hacer valer la mentira y tomarla por verdad.